El mismo día que los portavoces socialistas arremetían contra la oposición parlamentaria por la concentración de este sábado, el presidente del Gobierno y el portavoz de Batasuna intercambiaban piropos. Realmente es el mundo al revés.

Pese a las solemnes palabras pronunciadas por el Gobierno tras el atentado criminal del 30 de diciembre, cuando pareció que el desdichado “proceso de negociación” con ETA quedaba roto, todo indica que Zapatero sigue obcecado en negociar con los terroristas. Quizá porque esa será la única baza que pueda presentar a la sociedad española tras una legislatura en la que ha roto demasiados platos. Por eso el Gobierno necesita a Batasuna. Y ésta, a su vez, necesita al PSOE en el poder para seguir engordando a la sombra de una “paz” clamorosamente rota y nunca verificada. Así están las cosas. Zapatero ha llevado la situación a un punto en el que el Gobierno y ETA se necesitan mutuamente.

En la vida política suele ser inevitable que, en un momento u otro, termines en las manos de alguien. Lo que sí se puede evitar es terminar en manos indeseables. Para eso hay que jugar bien las cartas. Zapatero no las ha podido jugar peor.