En dos palabras: ETA va ganando, España va perdiendo.
Cada día viene un nuevo dato a ensombrecer el horizonte de la lucha contra el terrorismo. En dos palabras: ETA va ganando, España va perdiendo. Ahora es ese asunto de la negociación con ETA en Noruega. Sencillamente bochornoso.
Cuando un Estado admite como interlocutor parigual a otro agente, sea del tipo que sea, le está confiriendo una legitimidad tan plena como la del Estado mismo. Si el Gobierno, en nombre de España, negocia con una banda terrorista en términos de igualdad, en un foro internacional y con una mediación exterior, entonces está reconociendo tácitamente a su interlocutor el estatuto de potencia extranjera. Y si eso ocurre, además, sin que esa banda haya dejado las armas, con violencia en la calle y entre abundantes muestras de retracción de la Justicia, entonces sólo hay una conclusión posible: el Gobierno español está claudicando.
Esa es la realidad de la situación presente: el Gobierno, con una irresponsabilidad de efectos incalculables, ha llevado las cosas de tal manera que ETA ha dejado de ser una banda terrorista para convertirse, a ojos de muchos, en algo así como un ejército de liberación nacional. Es decir, lo que ETA quería. La nación española no podía caer más bajo.