La policía mauritana, armas en mano, retuvo el avión de nuestros policías hasta conseguir que un grupo de inmigrantes de ese país viajara a España.


Estamos tan enredados en nuestros problemas de dentro que casi nos pasan desapercibidos los problemas que tenemos fuera. Y éstos, a decir verdad, empiezan a tomar un color más que preocupante. No es de recibo que el ancho mundo se haya acostumbrado a hacer un gesto de pitorreo cuando ve la palabra “España”. Esto comenzó con la retirada de las tropas de Irak, tan pésimamente gestionada, y de momento ha desembocado en el incidente del Marine I, que ha llevado anexa la humillación pública de un grupo de policías españoles en un aeropuerto de Mauritania. La policía mauritana, armas en mano, retuvo el avión de nuestros policías hasta conseguir que un grupo de inmigrantes de ese país viajara a España. Lo peor no es que las autoridades mauritanas hayan tratado a nuestros policías como a delincuentes, sino que, según los propios policías, el Ministerio español de Exteriores los ha tenido simplemente abandonados a su suerte. Esperamos –o, más bien, nos gustaría poder esperar– una reacción contundente del Gobierno español. Es una cuestión de honor nacional.