Esta maniobra de comunistas, nacionalistas y socialistas sólo persigue mandar un mensaje: quien no se someta a la voluntad del Gobierno, se verá en apuros.


El Estatuto de Cataluña vulnera la solidaridad entre los españoles. El Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, lo recurrió ante el Tribunal Constitucional. Ahora la Mesa del Congreso, a iniciativa de los comunistas y con respaldo de socialistas y nacionalistas, ha aceptado plantear la reprobación y cese de Múgica por aquel recurso.

La entrada en las Cortes de esta iniciativa significa que el Parlamento se ha colocado enfrente del pueblo español. No está mal: los supuestos representantes del pueblo, contra el Defensor del Pueblo. La incongruencia describe bien cómo estamos. Poco importa que la figura de “reprobación” del Defensor del Pueblo no exista. Tampoco importa que los socialistas, partido al que el propio Múgica pertenece, hayan argumentado que aceptan discutir el cese pero que –insólito– no votarán por la destitución. La nuez del asunto está en otro lugar.

Esta maniobra de comunistas, nacionalistas y socialistas sólo persigue mandar un mensaje: quien no se someta a la voluntad del Gobierno, se verá en apuros. Quien no comulgue con la disgregación de la unidad nacional española, es enemigo a batir. La disgregación de la nación fue pactada a espaldas del pueblo. Ahora quieren atacar al Defensor del Pueblo. Es natural.

Quizá no le sirva de mucho, pero queremos dejar claro que Múgica tiene todo nuestro apoyo. En esta materia, el Defensor del Pueblo es también el Defensor de la Nación.