El Gobierno no merece otra cosa que la reprobación de la sociedad española.
El secretario general de los socialistas vizcaínos ha acusado al presidente de la Asociación de Víctimas de Terrorismo de ser “un sinvergüenza que utiliza perversamente el sufrimiento de las víctimas”. Preferimos mencionar a esas personalidades por su cargos, antes que por sus nombres, para hacer más gráfica la descripción de la situación: un líder local del partido en el Gobierno ataca al representante de quienes murieron a manos de los terroristas, víctimas entre las que se cuentan, por cierto, no pocos miembros del partido en el Gobierno. Eso es exactamente lo que está pasando: un puro sinsentido.
El Gobierno tiene no el derecho, sino el deber, de acabar con el terrorismo. La vía de la negociación podría ser legítima bajo ciertas condiciones. Pero si esas condiciones van a ser la reunión pública con organizaciones ilegales, el empleo de concesiones políticas como moneda de cambio, el elogio oficial a las gentes de la órbita terrorista, la reprobación apenas disimulada a los jueces por hacer su trabajo y la acusación abyecta a las víctimas del terrorismo, entonces el Gobierno perderá toda legitimidad para su intento. La ha perdido ya. No merece otra cosa que la reprobación de la sociedad española.