La pregunta, ahora, es qué ha hecho el PSOE para ganarse la simpatía de un grupo islámico confesional que no brilla por su amor a España.


Flaco favor le ha hecho la Junta Islámica al Partido Socialista, con ese artículo en el que el portavoz de los militantes musulmanes españoles pide el voto para el PSOE. Yusuf Fernández, que así se llama el portavoz de la Junta Islámica, estima que los socialistas e Izquierda Unida “apoyan en mayor o menor medida los intereses y aspiraciones de la comunidad musulmana”, y por eso los musulmanes con derecho a voto en España deben darles su apoyo.

Que la Junta Islámica defienda sus intereses es muy razonable; también es comprensible –aunque reprochable– que intente monopolizar el sentimiento de los musulmanes residentes en España. Ahora bien, cabe dudar que esos “intereses y aspiraciones” tengan algo que ver con los intereses generales de los españoles y, más extensamente, con los de España como país. Dado que la Junta Islámica ha expresado numerosas veces su insolidaridad hacia el proyecto nacional español, su hostilidad hacia la tradición histórica y cultural española, así como su oposición a la política exterior española, más bien cabría pensar que ellos consideran bueno cuanto a nosotros nos perjudique.

La pregunta, ahora, es qué ha hecho el PSOE para ganarse la simpatía de un grupo islámico confesional que no brilla por su amor a España. Es una pregunta que los socialistas deberían plantearse sin tapujos; responder con sinceridad y rectificar donde se hayan equivocado.