El Gobierno, a espaldas de la nación y de sus representantes democráticos, estaría dispuesto a negociar con ETA sobre la conformación de la unidad nacional española, que ETA quiere destrozar.
La prensa ha desvelado que el Gobierno prepara una “mesa secreta” con Batasuna como parte de las cesiones políticas en el llamado “proceso de paz”. Entre sus objetivos, la “cosoberanía”. A la noticia hay que darle crédito, pues todas –todas– las filtraciones sobre el “proceso” han resultado ser veraces. Así las cosas, hoy estaríamos, lisa y llanamente, en el umbral de una gran traición: el Gobierno, a espaldas de la nación y de sus representantes democráticos, estaría dispuesto a negociar con ETA sobre la conformación de la unidad nacional española, que ETA quiere destrozar.
Cuesta entender que los poderes del Estado asistan impertérritos a este proceso. Si la unidad nacional se convierte en algo negociable, ¿por qué no habrían de ser igualmente negociables, por ejemplo, el sufragio universal, la Corona, la libertad de expresión o la propiedad privada? Se dirá que todas estas cosas no son negociables porque forman parte del núcleo doctrinal de la Constitución: son los cimientos del sistema. Efectivamente. Pero es que la unidad nacional también es uno de esos cimientos. De ahí que sea tan alarmante esta obsesión excavadora de Zapatero, zapador.