El periodista tacha a la Fundación DENAES de ultraderechista


El diario más representativo del tardofranquismo –busquen, lectores, los nombres de sus fundadores y de los más asiduos colaboradores de su arranque-, el que con más entusiasmo ha acogido, en aras de un bobo y reverencial respeto hacia las sacrosantas señas de identidad de cualquier terruño español: el otrora «Diario independiente de la mañana», hoy «periódico global», El País, tuvo el pasado lunes el detalle de fijarse en la Fundación DENAES. La atención para con esta Fundación la tuvo un plumilla cordobés que firma como J. Jiménez Gálvez, periodista que no tuvo empacho en calificarnos como organización «ultraderechista».

Vino el referido epíteto a propósito de la cita que con la Royal Gibraltar Police tenía Leoncio Fernández, pescador de La Línea de la Concepción, según la cual debía presentarse en la Comisaría del pirático Peñón para declarar como acusado. Una cita a la que el pescador, detenido en octubre de 2015 por los agentes gibraltareños, contestó con un lacónico: «No pienso acudir. No tengo nada que decir».

El motivo de tal citación es su participación en la extracción –en la que tuvo parte el entonces presidente de DENAES, Santiago Abascal- de uno de los bloques de hormigón, erizados de barras metálicas, que Gibraltar arrojó al mar en 2013 para generar un arrecife artificial e impedir que los pescadores españoles faenaran en unas aguas en las que tenían perfecto derecho a desarrollar su actividad laboral.

La noticia redactada por Jiménez, desciende a todos los detalles, algunos de tintes picarescos, que caracterizaron aquel episodio que tenía mucho más de simbólico que de prácticos, mas ¿no remiten los símbolos a una realidad? En el caso que nos ocupa, ¿extraer de este modo un bloque no invitaba a quien correspondía a terminar la tarea?

Hasta aquí lo relacionado con el mundo subacuático. Dejando a un lado la cuestión de los bloques, llama poderosamente la atención que este Jiménez, acaso por convicción acaso por hacer méritos y medrar en un medio que tan flacos favores ha hecho a la nación amenazada no sólo por el hormigón gibraltareño sino por otras barreras menos tangibles, haya empleado el vocablo «ultraderechista» para calificarnos, sobre todo porque un simple vistazo a nuestra web deja claros cuáles son nuestros objetivos. Los mismos que recordamos ahora a un periodista que muestra su falta de firmeza –su falta de apoyos, su imbecilidad, si apelamos a la etimología de una palabra que señala la falta de un báculo, intelectual, del que él está ayuno- en lo relativo a la llamada cuestión nacional. Convendría, pues, que Jiménez leyera nuestra carta de presentación y nos señalara, desde su privilegiada tribuna, dónde está el rastro ultraderechista que él cree percibir en esta nuestra declaración de intenciones que reproducimos:

La Fundación DENAES, para la defensa de la Nación Española, tiene desde su origen la pretensión de recuperar e impulsar desde la sociedad civil el conocimiento y la reivindicación de la Nación Española; su realidad histórica, política, social y cultural y se constituye como punto de encuentro de cuantos españoles, sin perjuicio de sus planteamientos ideológicos y de sus diversas y peculiares pertenencias o identidades regionales, quieran reivindicar su condición de españoles y su identificación con España.

La Fundación DENAES tiene como finalidad la dinamización, sensibilización y movilización de la base social de nuestra institución en particular y de la sociedad española en general, con el ánimo de aunar voluntades, liderar la sociedad civil en defensa de la Nación española y fortalecer nuestras instituciones políticas y jurídicas comunes, así como reivindicar nuestros símbolos y lazos de unión. Además, la Fundación DENAES, para la defensa de la Nación Española, asume como fin principal el articular una ofensiva, en todos los frentes legales, contra quienes han decidido socavar los cimientos de España poniendo a prueba la lealtad de todos los españoles.

A la luz de nuestros públicos objetivos, resulta muy ilustrativo del chusco nivel de Jiménez Gálvez, y el del medio en el que se gana los garbanzos, el uso de ese calificativo, y hasta qué punto la prensa mercenaria, El País señaladamente, se han sumado de forma entusiasta e interesada a esta remunerada carrera cuyo objetivo es el desmantelamiento nacional y su liquidación en almoneda con beneficiarios muy concretos: las muy rancias y derechistas oligarquías regionales –a veces al servicio de intereses extranjeros-, que hunden sus raíces en los sectores e ideologías más reaccionarias de la nación que nosotros defendemos de forma absolutamente apartidista.

A la luz de su escrito, todo parece indicar que Jiménez, en su indocto intento de separar las aguas ideológicas, es uno más de esos pastueños periodistas atrapados en ramplones y sectarias mitologías, aquellas que ignoran, por ejemplo, el origen y empleo de una bandera, la nuestra, la suya, cuyo uso por parte de Abascal tanto rechazo le causa, anterior a la maniquea distinción izquierda/derecha. Y si eso le ocurre con nuestra señera nacional, el uso del vocablo «españolidad», empleado entre comillas en su artículo, insinúa otras patologías ideológicas más crónicas cuyo lenitivo acaso pueda encontrarlo nuestro compatriota, –así se lo ofrecemos generosamente- con algún mayor trabajo que el empleado para configurar su actual y corrompida ideología, en nuestra Bibliografía y nuestra Enciclopedia de la Nación