
El gobierno secesionista de PNV, EA y la ¿Izquierda? ¿Unida? de Madrazo ha decretado un «currículum vasco» que en su articulado impone el euskera como «lengua vehicular» en todos los niveles del sistema educativo.
Grave es que una institución española, como el gobierno vasco, pretenda, nuevamente, saltarse a la torera la legislación; pero lo es más todavía aducir en su defensa que, al fin y al cabo, esto es lo que hace el Partido Socialista de Cataluña en el gobierno catalán; y aún más grave que el propio presidente del gobierno lo acate o lo ignore.
La extirpación del español, la lengua común de todos los españoles –y también la materna para la inmensa mayoría de los vascos– es parte de la “solución final” en el proceso de secesión. Este “currículum vasco” es su herramienta. Ibarreche quiere que la lengua española deje de ser la lengua del País Vasco porque cree que los vascos no son españoles. La razón del empeño es que si los vascos o catalanes hablan español, difícilmente se podrá sostener el supuesto “hecho diferencial” sobre el que se justifica la “Nación cultural catalana” o “vasca”. Así, al modo de una profecía autocumplida, cuando el español ya no sea la lengua en la que todos se entienden, vascos y catalanes podrán declararse miembros de otra nación diferente a la española. Es simple y pueril. Puede que efectivo, si el 10 de Marzo vuelven a tener la sartén por el mango.
Para lograr sus fines no dudan en pisotear el derecho de los padres a que sus hijos sean educados en su lengua materna y el derecho de los niños españoles del País Vasco a expresarse en una lengua de radio universal –que además es su lengua propia– en lugar de hacerlo en otra minoritaria, artificiosamente concebida e impuesta.
Hubo un tiempo y un país, en donde la ciudadanía se adquiría demostrando pureza de sangre y de raza, que terminó gestando un holocausto. Millones de cadáveres jalonaron el paseo mortal del orgullo racial. Hoy pretende Ibarreche imponer a los vascos la pureza cultural de la “lengua del paraíso” en otro paseo mortífero de orgullo cultural antropológico (que es lo mismo que el anterior porque incorpora su concepto, aunque cambiando la palabra) en donde la “solución final” –tras los exiliados, los perseguidos, los muertos, los derechos pisoteados– viene con el cadáver de la Nación española.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA