Este separatista vasco ha llegado al puesto mayor de la diputación alavesa por un simple fraude de legitimidad democrática.
La primera decisión del nuevo diputado general de Álava, nacionalista vasco, ha sido confiscar todas las banderas de España del edificio de la Diputación. Nadie podrá reprochar a este hombre que oculte sus intenciones, ¿verdad? Este separatista vasco ha llegado al puesto mayor de la diputación alavesa por un simple fraude de legitimidad democrática: como el partido ganador en las elecciones, que ha sido el PP, no ha obtenido el apoyo del otro partido constitucionalista de Álava, que es el PSOE, la Diputación finalmente ha caído en manos de un partido al que la mayoría de los alaveses no votó. Tres perversiones en una: la primera, que gobierne quien no ha sido elegido por el pueblo; la segunda, que un partido teóricamente partidario de la unidad de España, el PSOE, permita que gobierne quien quiere romper la unidad nacional; la tercera, que el primer gesto del nuevo mandatario sea atentar expresamente contra el símbolo de la unidad de todos los españoles, que es la bandera. No se puede expresar mejor el retroceso de España en los últimos años.