Tan sólo invocamos el derecho a no ser traicionados por nuestros gobernantes, más allá de cualquier ideología, facción o territorialidad que pretenda justificar iniquidad semejante.


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Ayer, jueves, nos enterábamos de una grave noticia para España, no por impúdica e intempestiva -en época electoral los gobiernos no suelen dejar sus vergüenzas al aire- menos denunciable: nuestro aún flamante ministro de Sanidad y Consumo, Bernat Soria, ha formado y sigue formando parte de una asociación secesionista radical denominada Acció Cultural del País Valencià, la cual pretende -por ejemplo- la creación de los “Países Catalanes” y emplea consignas como “Caña a España” o “Viva Terra Lliure”. Soria, cabeza de lista del PSOE por Alicante en las próximas Elecciones Generales, aún no ha dado explicación ni disculpa alguna por este hecho que pone en tela de juicio su juramento de la Constitución Española (recordemos: 9 de Julio de 2007) y cuestiona, en pura lógica, su propio cargo como ministro de Sanidad y Consumo.

Mientras tanto, en el centro de Madrid, la Fundación para la Defensa de la Nación Española premiaba ayer por vez primera la labor de quienes han contribuido de forma sobresaliente a afianzar la fortaleza, garantizar la unidad, realzar los valores, difundir la verdad histórica, engrandecer el prestigio y salvaguardar la independencia de la Nación española. Estos Españoles Ejemplares llamados Regina Otaola, José María del Nido, Carlos Herrera, Albert Boadella y Ricardo Benedí tienen bien poco que ver con la ministerial figura arriba mencionada, no sólo por su elevadísima categoría moral sino también –tanto monta– por su profundo, incorruptible y regenerador amor a España.

Pese a las altísimas responsabilidades de Estado asumidas -que no merecidas- por el ministro Soria, ni siquiera nos atrevemos a comparar su catadura moral con la de tan ejemplares ciudadanos y patriotas: el mismo desnivel de partida ofendería a estos últimos. Tan sólo invocamos algo a lo que el resto de los españoles orgullosos de serlo, amplia mayoría en esta gran nación, rendimos tributo de honor e insobornable exigencia: el derecho a no ser traicionados por nuestros gobernantes, más allá de cualquier ideología, facción o territorialidad que pretenda justificar iniquidad semejante.

Somos, sí, terriblemente conscientes del proceso de cesión a los nacionalismos rampantes, jalonado de chantajes y ruindades permanentes durante cuatro años de zapateril des-gobierno: continua delegación centrífuga de competencias estatales, lavado de cerebro en centros públicos y privados de enseñanza, “normalización” (i.e., invención e imposición) de dialectos o lenguas vernáculas originalmente imperfectas, protección y puesta en libertad de asesinos en serie, desprecio a sus víctimas y diálogo con sus cómplices, etc. Ante tal panorama cabe pensar, e incluso temer, que cierta molicie provocada por la costumbre vaya royendo cada vez más la capacidad de reacción de los españoles ante hechos tan graves como la traición de quienes, precisamente, deberían ser bastión de la Nación y modelo de sano patriotismo.

Por ello, desde la Fundación para la Defensa de la Nación Española impelemos a nuestros compatriotas a tomar conciencia de la gravedad de este hecho; y al propio tiempo exigimos la inmediata comparecencia del ministro de Sanidad para explicar, justificar y en su caso disculpar su pertenencia a una asociación enfrentada de modo radical a esta misma España que él rige y representa; asumiendo, lógicamente, las consecuencias políticas derivadas de tamaña felonía.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA