Desde la Fundación DENAES son ya innumerables las veces que hemos denunciado la trampa que supone un referéndum que, presentado con la fingida ingenuidad que se esconde tras la fórmula «derecho a decidir», presupone la soberanía política de los territorios en que se celebrase


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Casi dos meses después de la celebración de las elecciones generales del 20D, el candidato a la presidencia por el PSOE, Pedro Sánchez, continúa con una ronda de contactos que tiene mucho de campaña electoral o refuerzo de su figura, y otro tanto de cinismo, pues, en la equiparación que Sánchez hace del PP y Bildu, el socialista se ha apresurado a aclarar que las reuniones con estos grupos son simplemente cortesía, ofrenda al sacrosanto diálogo del que tanto habló su modelo: José Luis Rodríguez Zapatero.

Las tenidas con dichos grupos, a los que habría que sumarse las que está manteniendo con los corruptos Democracia y Libertad y ERC, han dejado fotografías y escenas para la posteridad, como el comentado intento de saludo con Rajoy, o esa foto oportunamente recortada, que apareció hace unas fechas en el diario El País, en la que se sugería cordialidad entre Rivera, Sánchez e Iglesias.

Con una fecha ya establecida para el primer intento de investidura: el día 2 de marzo, Sánchez está aceptando humillaciones públicas por parte de Podemos que sólo pueden entenderse suponiendo que entre bambalinas, en cenáculos ajenos a esa tan predicada trasparencia, la negociación con el pseudopartido Podemos, avance. Todo sea por alcanzar el poder aunque tal objetivo suponga pagar el alto precio que ya conocen tanto PSOE como PP.

Cuando parecía que las negociaciones entre la formación morada y la de Ferraz iban por buen camino, el arranque de semana ha dejado la imagen de un Pablo Iglesias que blandía cien páginas programáticas en las que insistía en reivindicar las políticas más reaccionarias. En plena sintonía con la derecha primaria, Iglesias, por utilizar una frase muy empleada en su habitual palabrería circunspecta, se «va a dejar la piel» por establecer claras diferencias, entendidas como desigualdades, entre los españoles en función de su lugar de nacimiento o residencia. En definitiva, los objetivos que siempre ha perseguido las sectas que hunden sus raíces en una mezcolanza de ideales provenientes del carlismo, el racismo decimonónico, ciertos componentes clericales antiliberales y una pátina de izquierdismo socialdemócrata. El fundamentalismo democrático hace el resto.

Y si estas son las aspiraciones del último producto de la socialdemocracia reinante, la oposición a las mismas por parte de los partidos que se dicen nacionales es, sencillamente, inexistente.

Por referirnos a lo inmediato, harto tiene el PSOE, al cabo una organización de cuyas finanzas dependen muchas personas, con mantener sus fuentes de ingresos tras haber cosechado tan históricos –Sánchez dixit- y magros resultados. Por su parte el PP sufre la erosión de una corrupción delictiva galopante que exige una purga acaso demasiado exigente para sus estructuras. Más allá de estos problemas actuales, ambos partidos cargan ya con las consecuencias de sus políticas en los territorios donde está más arraigado el proyecto balcanizante al que sirve Podemos. Tras décadas de connivencia y concesiones con las sectas secesionistas, PP y PSOE son ya fuerzas casi testimoniales, residuales en palabras de Maragall, en Cataluña y Vascongadas.

En este complicado contexto, Iglesias ha vuelto a poner sobre la mesa una exigencia que desde el interior del PSOE se ha señalado como inaceptable: la celebración de un referéndum independentista en Cataluña, iniciativa que iría ligada a la creación de un Ministerio de Plurinacionalidad que previsiblemente se pondría al servicio de cuantas iniciativas tendentes a la distaxia de nuestra nación.

Desde la Fundación DENAES son ya innumerables las veces que hemos denunciado la trampa que supone un referéndum que, presentado con la fingida ingenuidad que se esconde tras la fórmula «derecho a decidir», presupone la soberanía política de los territorios en que se celebrase. No obstante, y dados los reiteradas ocasiones en las que la casta de profesores de Somosaguas han mostrado sus grandes lagunas en cuanto a sus conocimientos, conviene insistir en tal argumento, aunque mucho nos tememos que tales orates se encuentren, una vez más, fuera de cobertura.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española