Con un Gobierno en funciones, los capitostes del gobierno catalán humedecen sus sueños diseñando los mecanismos de la desconexión de su región con el resto de esa España a la que recurren habitualmente cuando vienen mal dadas


Gabriel-Rufian-roda-premsa-ACN_1477062439_3900247_260x366.jpg

La presente situación política de España, por lo que a la conformación de un Gobierno que tenga algo que ver con eso tan oscuro que viene llamándose, por parte de autocomplacientes voces autorizadas, «voluntad general», entendiendo esta en conexión con los resultados arrojados por el escrutinio electoral, revela hasta qué punto las democracias de mercado pletórico tienen en los mecanismos propios del mercantilismo una de sus principales, acaso la más importante, característica.

Prueba de ello son los ejemplos que analizaremos en el presente editorial, inmerso ya en estos escasos dos meses que nos separan de la convocatoria de unas nuevas elecciones generales que se celebrarán si un gobierno surgido del mercadeo que denunciamos, también llamado acuerdo, no lo remedia.

El primero de estos hitos del chalaneo más irresponsable nos lleva a esa pintoresca figura que responde al nombre de Gabriel Rufián, diputado español perteneciente a ERC que protagonizó una peculiar intervención en el Congreso de los Diputados la semana pasada, durante el debate que condujo a Pedro Sánchez a su segundo fracaso en cuanto a su aspiración de ser nada menos que Presidente del Gobierno de España. La noticia, mantenida en el secreto, ha aflorado a la prensa esta misma semana, y si hemos de creer al nunca mejor apellidado Rufián, Pedro Sánchez, durante una discreta reunión, olviden los ingenuos aquellas solemnes promesas de transparencia: «después de un silencio un poco dramático», ofreció la redacción de un nuevo Estatuto dispuesto a resolver eso que se da en llamar el encaje de Cataluña en España.

Como era previsible, los hábiles y rapaces negociadores de ERC rechazaron la oferta con desdén, apelando a la decepción que les produjo otro Estatuto, ese que salió adelante gracias al irresponsable empeño y obstinación de un José Luis Rodríguez Zapatero que no sólo mostraba así sus limitaciones y complejos, sino que se destapaba como un hombre agradecido a quienes habían aupado a tan vaporosa figura a un puesto del todo impensable si se atiende a los méritos antes alcanzados por un hombre que ocupó La Moncloa durante dos legislaturas que sirvieron en gran medida para enfrentar a españoles agitando cadáveres y fantasmas. Envalentonados, en cualquier caso, por lo que ha representado ese Estatuto zapateril, los miembros de este partido abiertamente desleal e independentista, negaron el voto a Sánchez, digno sucesor de Zapatero, con el que compite en irresponsabilidad, oportunismo y sectarismo.
Hasta aquí lo ocurrido en el mercado del Paseo de los Jerónimos.

La siguiente escena mercantil nos lleva al barcelonés aeropuerto de El Prat, en Barcelona. Es allí, en una no menos discreta reunión, donde otro miembro de ERC, Oriol Junqueras, el mismo que a diario consagra su actuación a trabajar por la ruptura de la Nación, se ha visto con el Ministro de Economía, Luis de Guindos, para pedir, con la urgencia inducida por los pésimos indicadores de las agencias de calificación internacionales, nada menos que la conversión de deuda a corto plazo en deuda a largo plazo, de 1.600 millones de euros que habrían de ser cubiertos por el Fondo de Liquidez Autonómica.

La escena no es, desgraciadamente, nueva, pues es bien conocida esta doble estrategia de un gobierno abiertamente declarado en desobediencia que a la vez recurre frecuentemente a al fondo económico de esa España que pintan, desde la más tierna infancia de esos escolares a los que se les niega la enseñanza en español, con los más negros colores. Se da, sin embargo, la circunstancia de que no sólo Guindos es quien debe dar cumplimiento a los deseos de Junqueras. Cristóbal Montoro también debe participar en el trato, y es precisamente este quien, al parecer, en el curso de una conversación telefónica, aclaró al lacrimógeno Junqueras que no aceptará ningún trato diferencial para ninguna comunidad autónoma.

Todo ello ocurre, recuerde el lector, en unos momentos en los cuales, con un Gobierno en funciones, los capitostes del gobierno catalán humedecen sus sueños diseñando los mecanismos de la desconexión de su región con el resto de esa España a la que recurren habitualmente cuando vienen mal dadas. En definitiva, lo que ponen de relieve estas peticiones de auxilio es la sinrazón de que fuera precisamente España quien financiara nada menos que la amputación de una de sus partes.

Desde DENAES somos plenamente conscientes de la complicada tesitura en la que se encuentra un Gobierno cercado por el cordón sanitario al que tan aficionado es un Sánchez tan aficionado a negar cualquier posibilidad de acuerdo con el Partido Popular. Nuestra Fundación, sin embargo, se vuelve a plantear una alternativa razonable: sabido es que las acciones del actual Gobierno de Cataluña van dirigidas a la secesión, sin embargo, este objetivo se encuentra con un obstáculo inmediato, la quiebra de dicho Gobierno que no tiene empacho en pedir a quienes desprecia. Ante una situación tan parecida a la de los adolescentes que amenazan con largarse de casa mientras exigen su paga, bien haría el Gobierno, obligado a atender a todos los españoles independientemente de dónde residan, en emplear la habitual estrategia para con los niños malcriados. Ante las reclamaciones de los sediciosos, la cesión de unos recursos supeditados a una finalidad que no abundara en la senda del independentismo sino que se destinara a atender necesidades compatibles con la eutaxia de la Nación, España.

Fundación DENAES, para la Defensa de la Nación Española