En esa sede se exhiben todas las banderas de las comunidades autónomas, pero ninguna bandera nacional.


Ha encontrado amplio eco en la opinión pública la denuncia efectuada por esta Fundación, la presente semana, sobre la inexistencia de bandera española alguna en la sede de la Federación Española de Fútbol. En esa sede se exhiben todas las banderas de las comunidades autónomas, pero ninguna bandera nacional.

Es bien sabido que la Federación Española de Fútbol no tiene en gran estima los símbolos nacionales: basta ver el horroroso logotipo que enarbola, y que usurpa el lugar que en puridad debería corresponder al escudo oficial de España. Pero haríamos mal en considerar este episodio como algo menor, como un gesto de simple negligencia o desidia. Cada vez está más claro que el sistema de poder desplegado en España desde 1978, en parte por su forzosa componenda con los nacionalismos periféricos, considera la dimensión nacional española como un estorbo, incluso como un peligro. De ahí, por ejemplo, esa inusual histeria al ver las calles llenas de banderas rojigualdas. Ese estilo antinacional –mejor diríamos antiespañol– que ha venido caracterizando a la política española se manifiesta en numerosos ámbitos. Este del fútbol federativo sólo es uno de ellos. Particularmente estridente, es verdad, por el carácter nacional de la selección de fútbol.

Seguiremos de cerca este asunto. Y no pararemos hasta que en la Federación ondee la bandera nacional española. Pues faltaría más.