Si bien la desafección a la Nación Española puede producirse de formas muy diversas, sin duda la más notoria en estos tiempos es la que determinados futbolistas traidores, como Gerardo Piqué, manifiestan constantemente pese a nutrir su palmarés y prestigio gracias a la Selección Española en la que juegan


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Bien sabemos que quienes se atrincheran en el delirio separatista, convencidos de que su patria, una mera entelequia inexistente y delirante, está oprimida por la «cárcel de pueblos» llamada España, a la que a su vez, en plena alucinación ideológica, considerarán recíprocamente un mito o una entelequia, reclamarán a Euskal Herria o los Países Catalanes como patrias verdaderas. Una verdadera desafección y traición a la Nación Española sin la que nada serían en caso de desgajarse de ella como piden sus pretensiones.

Esta desvinculación a la patria, que parece algo meramente abstracto o intrascendente en estos tiempos de individualismo feroz donde «todas las opiniones son respetables», toma un referente muy concreto cuando miramos al fútbol, al deporte rey que aglutina en torno a sí a millones de aficionados, y que el pasado sábado en Oviedo, durante el partido de la Fase Previa de la Eurocopa 2016 disputado entre nuestra Selección Española y Eslovaquia, nos ofreció, al igual que durante el amistoso del pasado mes de junio ante Costa Rica disputado en León, una estampa sumamente llamativa: uno de los jugadores de nuestra selección, Gerardo Piqué, era abucheado por un numeroso sector del público cada vez que tocaba el balón.

El hecho, justificado de manera cínica por los comentaristas en junio como achacable al partidismo de clubes (Piqué había celebrado la consecución de la Copa de Europa con el Barcelona aludiendo a una fiesta de cumpleaños que habría supuesto la decadencia deportiva de su rival, el Real Madrid), era en realidad fácilmente comprensible si leíamos las declaraciones del futbolista defendiendo a quienes, unos días antes, habían ultrajado el Himno de España en la Final de la Copa del Rey, además de haber sido explícitamente partidario del famoso «derecho a decidir» en relación a la pseudoconsulta separatista del 9 N; ya entonces, durante la concentración de la selección en octubre del pasado año, se comenzaron a escuchar abucheos a la persona de Piqué que no tuvieron el mismo eco al no ser retransmitidos por la televisión formal…

No deja de ser curioso que los mismos periodistas que muestran su extrañeza por los abucheos a Piqué en León y Oviedo, no tuvieran empacho alguno al sentenciar, con una frialdad propia de un notario, que en la Final de Copa del Rey del pasado 30 de Mayo se produjo una «pitada monumental» («espectacular», a juicio de otro destacado deportista sedicioso como es el ya ex internacional español Javier Hernández); la propaganda realizada por el propio Piqué o Javier Hernández, acudiendo a votar en el pseudorreferéndum separatista del pasado 9 de Noviembre, con todas las cámaras delante, fue también justificada por el periodismo patrio afirmando que Piqué tiene «inquietudes políticas» y eso molesta a algunos. Pues no: lo que realmente molesta es que tales «inquietudes» se posicionen en favor de unas sectas que buscan la destrucción de esa Nación Española cuyos colores y escudo defiende al jugar para la Selección Española. Tal pareciera que Piqué, de quien también se ha destacado que «se ha partido la cara por España», jugase y se esforzase solamente porque tiene así la opción de ganar importantes títulos y jugosas primas, que compitiese como un mero profesional o, en este caso que hablamos de selecciones nacionales, como un vulgar mercenario. Algo que también han manifestado en su momento y a su modo antiguos internacionales españoles como Guardiola o Hernández…

Desde las filas sediciosas, jugando a la confusión habitual que convierte de inmediato a todo español residente en Cataluña en separatista, se ha insistido de manera machacona en que el público español pita a los catalanes. Nada más falso: ni Fábregas, que habitualmente coquetea con símbolos del separatismo catalán en las redes sociales pero que también afirma por idénticos medios que le encanta defender a la selección de su país (esto es, España), ni Sergio Busquets, cuyo rechazo al separatismo le viene de familia, han sido nunca abucheados por ser catalanes ni por motivo alguno. Es Gerardo Piqué quien se ha ganado a pulso el desprecio de una afición española harta de ver cómo las injurias a nuestros símbolos permanecen impunes o son merecedoras de un castigo ridículo (no hay más que ver las propuestas de sanción, que no sanción efectiva, del inane comité que tardó dos meses en decidir sobre el ultraje del pasado 30 de Mayo, para comprobarlo), y que silba a quien no ha tenido ningún problema en convertirse en el foco y representante principal de esas injurias a nuestra Nación.

Desde la Fundación Denaes consideramos los pitos a Gerardo Piqué no una forma de odio contra los catalanes que juegan con nuestra selección (que seguramente sería lo que quisieran los separatistas, para justificar su inminente y nuevo intento de ruptura), sino contra un deportista que ha mostrado una considerable desafección a su Nación. En consecuencia, quien ha manifestado esa querencia por los sediciosos, no debiera jugar nunca más con la Selección Española de fútbol mientras no se retracte de sus aprobatorias afirmaciones respecto a las injurias que reciben unos símbolos nacionales que, para mayor escarnio, él defiende de manera periódica jugando para nuestra Selección.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española