Si ya son legión los personajes de la Historia de España convertidos por los sediciosos antiespañoles en «catalanes», ahora el Cid Campeador, héroe español por excelencia, ha sido convertido en catalán por el denominado, de forma nada casual, Instituto Nueva Historia
Si en nuestro anterior editorial tuvimos la ocasión de presentar a nuestros lectores el «chirrido histórico» de la presidenta navarra Paloma Barkos, para quien los reyes de Navarra y el título de Príncipe de Viana no tienen nada que ver con la Nación Española, justo el pasado viernes se produjo un notable hecho en el municipio gerundense de Vilobí de Oñar; El Instituto Nueva Historia organizó allí una charla para explicar su última tesis: El Cid Campeador era nada menos que de origen catalán. Luis María Mandado, uno de los «investigadores» de la citada institución, cuyo poco santo objetivo es «recuperar y divulgar» la Historia de Cataluña, partiendo de la premisa de que ha sido manipulada y ocultada desde los siglos XV y XVI, ofreció semejante conferencia, titulada nada menos que «El Cid Campeador era catalán».
¿Cuáles son los argumentos que sustentan la tesis del señor Mandado? Pues que en realidad El Cid no existió como personaje histórico, que realmente ese apelativo hace referencia a un linaje catalán que fue uno de los más caracterizados en la época de la Reconquista, y que más tarde «los españoles» [sic] robaron el Cantar del mío Cid para «españolizarlo». Asimismo, sostiene que el considerado por muchos primer Rey de España, Don Pelayo, no existió; sólo podría concebirse, en caso de haber existido, ¡en la localidad gerundense de Llívia!, ya que todas sus presuntas gestas que se le atribuyen acontecieron en semejante lugar, tan alejado de la Covadonga donde se encuentra el santuario de la «reina de la montaña» que según la ideología tan españolista al uso, «tiene por trono la cuna de España». ¿Qué mejor prueba para las tesis de este imparcial y objetivo historiador que el covadonguismo artificioso inventado por la rancia y católica España del siglo XIX?
El Instituto Nueva Historia ya tiene sobrada experiencia en la manipulación histórica. Recordemos que a finales del año 2013, justo cuando se celebró en Barcelona el simposio «España contra Cataluña», prolegómeno del pseudorreferéndum del año 2014, defendió, a través de otro «investigador» suyo, de nombre Jorge Bilbeny, miembro de la CUP de Arenys de Munt (donde en 2009 ya se celebró otro «referéndum de autodeterminación»), que Cristóbal Colón, pese a que en sus diarios de viaje denomina al idioma español que utiliza siempre como «nuestro romance» y a los Reyes Católicos como «mis señores naturales», era en realidad originario de una familia barcelonesa apellidada Colom, y que las tres carabelas que usó para descubrir América partieron del Puerto de Palos, pero no el andaluz, sino ¡el de Gerona! Además, el conquistador Hernán Cortés era realmente «Ferrán Cortes», «La Celestina» fue escrita en catalán y por supuesto no era obra de Fernando de Rojas, sino de un valenciano desconocido, Santa Teresa de Ávila era realmente Teresa de Cardona Enríquez, abadesa del barrio barcelonés de Pedralbes, Calderón de la Barca o Lope de Vega escribieron en catalán, etc.
Asímismo, Bilbeny no duda en añadir a su peculiar antología del disparate, que Miguel de Cervantes procedía de la familia Servent, de la localidad alicantina de Jijona, o que el Lazarillo de Tormes estaba originalmente escrito en catalán y sus hechos ocurrieron en Valencia; y, como bien sabemos, los separatistas catalanes han hecho de la idea delirante de los Países Catalanes, que incluyen toda la franja mediterránea española como su verdadero horizonte, convirtiendo el separatismo de la realpolitik, que se conforma con alcanzar la forma un estado libre asociado a España en Cataluña, en la plataforma inicial para consumar ese idealizado imperialismo catalán. Así que, para los sediciosos catalanes, Valencia es algo plenamente catalán. No en vano, superponiendo sus delirios sobre la morfología histórica de la Corona de Aragón, la rebautizarán en sus ansias revisionistas como «Confederación Catalano-Aragonesa», pese a que Cataluña no aparece en las contiendas históricas hasta el siglo XIII, como parte de un reino con capital en Zaragoza y en el que se avivaba la idea del proyecto común de la Nación Española; es más cuando Borrell II independiza la denominada «Marca Hispánica» de la hegemonía de los reyes francos, se proclama «Duque de Hispania Citerior», esto es, siguiendo la división previa de la Hispania romana, sin mencionar a Cataluña.
Sin embargo, Luis María Mandado puede sentirse orgulloso por haber superado las estupideces y delirios de Bilbeny con sus tesis: al negar la existencia de El Cid, se enfrenta a toda la historiografía de diversas épocas y perspectivas, ya fuera árabe, cristiana, contemporánea, etc., que reconoce la historicidad de Rodrigo Díaz de Vivar, y que únicamente discrepa sobre la veracidad del Cantar de Mío Cid, escrito un siglo después y presuntamente en el entorno de la corte castellana para mitificar a un mercenario burgalés. Mandado olvida así lo que dijo el «catalán» Lope de Vega, que «no sólo hubo Cid, sino Bernardo del Carpio». Asimismo, cuando uno lee el Cantar de Mío Cid, al final del mismo, se afirma de manera palmaria que el héroe casó a sus hijas Doña Elvira y Doña Sol con los Reyes de Navarra y Aragón, y así «hoy los Reyes de España sus parientes son».
Como para estos sediciosos historiadores que escriben con retrovisor, la Nación Española jamás ha existido, pensarán que frente a la presunta «manipulación histórica» realizada en España, tienen todo el derecho a responder con un delirio aún mayor, o que simplemente es un delirio frente a otro, sin engarce con la historiografía real. También pensarán del cantar de gesta, cuando dice que «Por Aragón y por Navarra pregón mandó echar,/ a tierras de Castilla envió sus mensajes:/Quien quiere perder cuenta y venir a retar,/que venga con mío Cid quien sepa cabalgar;/cercar quiere a Valencia para cristianos la dar», que no se refería al proyecto común de los reinos cristianos españoles frente al Islam, sino a una «España plural», con El Cid como singular precedente de la formación de los Países Catalanes… Realmente, sujetos como Luis María Mandado merecen el escarnio público por su ignorancia y analfabetismo supinos, indignos de ser llamados historiadores. Vulgares charlatanes, mercenarios a sueldo del separatismo antiespañol más rancio, partícipes de los más delirantes encuentros como el ya citado simposio «España contra Cataluña» celebrado al final del año 2013.
Pero, ¿por qué se quieren apropiar los sediciosos de los personajes principales de la Historia de España para sí? Pues porque la constante y cansina propaganda políticamente correcta, calcada de la maniquea Leyenda Negra, ha convertido a España en el prototipo de la hez de la Historia Universal, un pueblo de cretinos incapaces de generar una tradición propia que no sea la que han parasitado de otros pueblos a los que pisotearon desde su barbarie, donde el muestrario es infinito: musulmanes, amerindios, o incluso las españolísimas regiones vasca, gallega o catalana, son ejemplos de una tradición que hereda la España actual, «cárcel de pueblos», un artificio en un mundo donde no hay fronteras ni países. En consecuencia, un pueblo tan inculto no pudo tener en su seno a un héroe como El Cid, ni a un literato como Cervantes, ni a un navegante como Cristóbal Colón; hubo de «robárselos» al más avanzado y oprimido pueblo catalán.
Desde la Fundación Denaes constatamos el notable delirio en el que han caído los separatistas catalanes, capaces de inventarse su historia de arriba abajo a costa de robársela a España, bajo el pretexto de que la «raza catalana», a la que Pompeyo Gener caracterizó en 1900 como parte de la raza aria, es superior a la de los españoles «mesetarios» cuyos presuntos orígenes judíos los convertía en tarados sin remedio. En consecuencia, que los separatistas catalanes afirmen la catalanidad de El Cid, Cervantes o Colón sólo significa que un pueblo tan tarado como el español sólo puede albergar en su Historia a personajes de tanta importancia porque tienen alguna herencia genética catalana. Justificación de un notable delirio supremacista y de la tendencia secular de estos sediciosos de querer dirigir e imperar sobre la Nación Española, mediante el chantaje de la independencia que ya conocemos.
Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.