A estas alturas, nadie duda de que ciertas asociaciones de este jaez constituyen una avanzadilla de los socialdemócratas, especialmente activa allí donde éstos no gobiernan y silente allí donde lo hacen

Defender a la Nación también implica defender la limpieza de sus aguas y sus montes. No porque en ellos anide el espíritu de la Naturaleza, sino por puro sentido común. También, por lo mismo, defender a la Nación exige defender las obras públicas necesarias, como la construcción de tramos nuevos y mejoras en la M 501, una de las vías con alta siniestralidad de España que, por encontrarse en una comunidad gobernada con el PP, ha sido y es, objeto de protestas de los “ecologistas”.
A estas alturas, nadie duda de que ciertas asociaciones de este jaez constituyen una avanzadilla de los socialdemócratas, especialmente activa allí donde éstos no gobiernan y silente allí donde lo hacen. Mientras los ecologistas murcianos o valencianos pretenden paralizar proyectos urbanísticos en la costa, el señorito andaluz y del PSOE presenta el mayor despliegue urbanizador de los últimos años sin apenas una queja. Para algo los tiene bien subvencionados.
El retrato robot de lo que nos permitimos llamar ecolojetas es bien conocido: joven urbano, inmerso en el mercado pletórico, como todo quisque, consumidor de mercancías que transitan, como él mismo, por las autovías a las que se opone. En muchos casos propietario de un todoterreno de muchos caballos y, por supuesto, conectado a la red eléctrica de la que consume los kilowatios que, en un 80 por ciento, proceden de las centrales nucleares francesas. Por supuesto, se opone a la energía nuclear; pero también a la generada en las centrales térmicas y a la eólica (cuando entorpece los flujos migratorios de los estorninos) y, en general, aunque viaje en avión, se le cae la baba con la posibilidad de retornar al primitivismo.
Lo fundamental es que, al tomar como parámetro de su acción “política” al mito de la “Naturaleza”, los ecologistas saltan por encima de las personas y de la Nación. No les interesa España, sino un ente indefinido y metafísico, portador de la Verdad y la Bondad perfectas (hasta el punto de que los tsunamis, terremotos y otros desastres se imputan a los “pecados” del hombre y su industria). Por esto les importa más el excremento de un lince, las encinas o las flores de primavera, que la vida de las personas que circulan por la M 501.
Sin embargo, lo quieran o no, su acción es política porque se sufre en España y porque es una determinada facción ideológica quien les financia y espolea, según sus intereses.
Desde la Fundación DENAES creemos necesaria la conservación del entorno que también es patrimonio nacional, pero, precisamente, por serlo. Y no porque detrás de linces, jabalís, ríos o encinas creamos encontrarnos con la “Santa Madre Naturaleza” al servicio del PSOE.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA