
Eclipsada por el Debate de Investidura, es de gravísima importancia para España la noticia que nos cuenta que Defensa ha decidido poner en marcha el Plan de Reestructuración de las Fuerzas Armadas para Ceuta y Melilla. Por lo visto, se contempla una reducción de mandos de 300 militares en las dos Ciudades Autónomas en los próximos dos años como eslabón de una cadena de medidas que, si bien son negadas ante los medios por la Delegación del Gobierno, son los propios afectados los que se encargan de confirmar.
Este plan se “acompaña”, además, de una situación ideológica, social o económica sufrida desde hace tiempo por los españoles habitantes de estas ciudades y fomentada, naturalmente, por los propios intereses marroquíes. Un diario melillense hablaba el pasado fin de semana de una campaña previa de “hostigamiento hacia lo español”, con ejemplos como el boicoteo a las representaciones consulares hispanas en el país magrebí o la paralización de obras en construcción de empresas españolas. Por no hablar de lo que la propia política española está concediendo en sus indignos tratos, en unos términos tales que no se avergüenza en reconocer que es la estrategia seguida con los secesionismos internos, especialmente en lo que toca a un proyectado bilingüismo árabe-español en las escuelas y en la administración.
Con semejante situación, parece que ZP está cumpliendo con las condiciones marcadas por Marruecos en la legislatura anterior sobre la negociación para tratar del “futuro” -eufemismo de entrega, cesión o, caso de resistirnos, invasión- de las dos plazas españolas; Marruecos ya lo dijo, y ZP consintió. Y lo peor es que este último no hace sino seguir las pautas ya trazadas respecto a este asunto por el PSOE desde la Transición, entre cuyas lumbreras diplomáticas además del recientemente conocido Moratinos, se encuentran quienes como Alfonso Guerra consideraban allá por 1982 que Ceuta y Melilla serían marroquíes por la ley de la demografía. Razón tan espeluznante como que es el proceso que ha sufrido Kosovo gracias a la mano diestra de la UE. ¿Cómo se puede consentir? ¿Qué geopolítica de casino es esta que pretende “reintegrar” al territorio marroquí lo que nunca ha sido suyo?
“Ceuta y Melilla son españolas”; esta es la verdad con que algunos incautos creerían presentar la más severa objeción a los nuevos planes del Gobierno en las dos Ciudades Autónomas. Y es que también lo son Cataluña, el País Vasco, Galicia… hasta llegar a la fórmula de la identidad que dijera, alarmada ante la dejación de la patria, “¡España es España!”. Y Z siempre podría decir: por eso, que sea destruida; porque es España, delenda est!
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA