Que la ofrenda al Apóstol haya sido sustituida por la entrevista con Mohamed es un gesto que roza la astracanada.
Es posible que el viaje de Don Juan Carlos a Marruecos, precisamente en estas fechas, esté rindiendo grandes servicios a España; es posible. Es posible que de la entrevista de nuestro rey con Mohamed VI surjan incomparables venturas para nuestras dos naciones; es posible. Es posible, en fin, que no hubiera ningún otro momento factible para ese viaje a Marruecos que la víspera y la festividad de Santiago, patrón de España; es posible. Pero una cosa es que todo eso sea posible, y otra muy distinta que sea oportuno y conveniente. Que el Jefe del Estado haya decidido ausentarse de la tradicional ofrenda al Apóstol no es novedad; es un gesto coherente con esa relajación simbólica que afecta a nuestro país. Pero que la ofrenda al Apóstol haya sido sustituida por la entrevista con Mohamed es un gesto que roza la astracanada. Y visto desde aquí, a pie de pueblo, la imagen transmite sensaciones bastante melancólicas. Si en La Zarzuela no lo entienden, es que a sus “cerebros” les está haciendo falta un baño de realidad. De realidad nacional.