La contraposición merece ser subrayada: mientras la España oficial se doblega ante el terrorismo o calla, cómplice de la humillación, la España real muestra su solidaridad con las víctimas.
Era previsible que el etarra De Juana terminara saliendo a la calle y era previsible, también, que Zapatero escurriera el bulto y eludiera dar la cara ante los españoles. Por nuestra parte, anotemos el asunto en la agenda del desdichado ?proceso de paz?: el primer paso del Gobierno tras las elecciones municipales y autonómicas ha sido la práctica puesta en libertad del asesino etarra. Más claro, agua.
Mientras tanto, esta Fundación ha culminado el proceso de selección para elevar, por suscripción popular, un monumento conmemorativo a las víctimas del etarra. La contraposición merece ser subrayada: mientras la España oficial se doblega ante el terrorismo o calla, cómplice de la humillación, la España real muestra su solidaridad con las víctimas. No se puede expresar de manera más gráfica la situación de indignidad nacional en la que nos ha metido el Gobierno Zapatero.