Paloma Barkos, Presidenta de Navarra con el apoyo de Bildu-ETA y Podemos, no sólo expulsa de la entrega de los Premios Príncipe de Viana a los Reyes de España, sino que descalifica de forma gratuita y delirante el Himno Nacional Español

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El pasado mes de diciembre el gobierno navarro, capitaneado por Paloma Barkos y sostenido por Bildu-ETA y Podemos, no sólo retiró la invitación sino que decidió prohibir la presencia de los Reyes de España en la entrega de los Premios Príncipe de Viana, homologables a los Premios Príncipe de Asturias, en recuerdo del título que recibía el heredero del denominado Reino de Navarra (o Reino de Pamplona, según la historiografía más rigurosa), equivalente al de Príncipe de Asturias vigente desde el año 1388 como título legítimo del heredero al trono español.

La defensa de semejante decisión por parte de la presidenta navarra no se ha hecho esperar, pero resulta digna de un cambalache: según la presidenta Barkos, no sólo la presencia de los Reyes de España sino el escuchar en la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Viana la Marcha Real constituyen «una suerte de chirrido histórico». Y es que semejante acto, continúa Barkos, «no está vinculado a la Corona», sobre todo una vez que la presidenta lo ha convertido, según afirma ella misma, «en una fiesta popular» donde ni siquiera se recuerda que hubiera reyes navarros, y que en consecuencia históricamente no hay justificación para mantener semejante vínculo.

Con la naturalidad y arrogancia que otorga la indocumentación que exhibe esta señora, Barkos afirmó literalmente que «para muchos navarros e historiadores, asistir al homenaje a los reyes de Navarra en la capilla de Leyre bajo los sones de la Marcha Real, era una suerte de chirrido histórico que a nadie, le aseguro, terminaba de contentarle».

¿Pero qué clase de «navarros» son los que dice representar y qué clase de «historiadores» son los que ha consultado la señora Barkos, que es capaz de pontificar desde su posición de presidenta sobre unos hechos sobre los que demuestra una ignorancia supina? ¿Acaso no sabe la señora Barkos que el Rey de Pamplona (que no de Navarra) Sancho III, en la primera mitad del siglo XI, se hizo llamar «el Magno», «Emperador de toda España», al igual que lo harían los reyes castellanos cuya genealogía se inicia precisamente con su hijo, Fernando I «el Magno»? Para escarnio de la indocta Paloma Barkos, el Rey Sancho de Pamplona se titulaba a sí mismo «Rey de España» y no de esa Euskal Herria que, en sus delirios al alimón con los demás separatistas vascos, sueña con imponer con la anexión de Navarra al País Vasco.

Podríamos argumentar mucho más al respecto, pero qué más vamos a decirle a una señora cuyo bagaje histórico no supera (y eso siendo generosos) el de la manipulada película de La conquista de Albania, dirigida por Alfonso Ungría en el año 1983, y ambientada en el siglo XIV, donde el entonces ya minúsculo reino navarro, muy alejado de las extensiones territoriales que la monarquía pamplonesa de Sancho III había logrado en el siglo XI, protagonizó unas guerras en Europa del Este junto a las tropas francesas, en virtud de los pactos dinásticos sostenidos con la Casa de Borgoña. Para un sedicioso antiespañol, al que han lavado el cerebro mediante décadas de repetición de mentiras y delirios en los que su ficticia nación fraccionaria preexistía a la Nación Española, que Alfonso X el Sabio hablase de España en el siglo XIII o que un rey pamplonés del siglo XI se autodenominase «emperador de toda España» sólo merecen ser considerados (si es que en su ignorancia caben semejantes cosas) como meros relatos de ficción, homologables a los relatos mitológicos que ellos sostienen en el mejor de los casos…

La señora presidenta navarra, prosigue asimismo echando balones fuera sobre esta cuestión, justifica a mayores la exclusión de la Casa Real de la ceremonia de los Premios, señalando que el Gobierno navarro pretende mantener una relación «completamente institucional» con la Jefatura del Estado. Esto es, como si se tratase de una delegación extranjera. A qué extremo de degradación han llegado las mientes de tantos españoles, que su único horizonte es dejar de serlo…

Pero para «chirrido histórico» la existencia de los delirios secesionistas, los mismos en cuyo nombre los criminales separatistas de ETA han cosechado centenares de muertos en nuestra querida Nación Española. Curiosamente, Paloma Barkos no tuvo empacho alguno en asistir, el pasado 24 de Septiembre de 2015, a otro «chirrido histórico»: nada menos que al homenaje celebrado en Leitza al cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro, asesinado por ETA el 24 de Septiembre de 2002 con una bomba trampa, colocada en una pancarta de apoyo a ETA a las afueras de la localidad que el cabo procedió a retirar. La viuda del Guardia Civil, María José Rama, recordó delante de la sediciosa presidenta que «cómo es posible que personas que no llaman al terrorismo por su nombre pretendan honrar la memoria de una víctima». También añadió: «Me pregunto qué pensaría Carlos si viese que quienes desacreditan el trabajo de sus compañeros vienen hoy al sitio donde lo mataron por ser, precisamente, un guardia civil. Me pregunto cómo alguien que se apoya en quienes justifican a ETA para presidir un Gobierno puede venir a un homenaje a un asesinado». ¡Menudo «chirrido histórico» que protagonizó la señora Barkos el pasado mes de septiembre!

Como bien sentenció entonces la viuda del asesinado por ETA, la presencia de Geroa Bai, Bildu-ETA y Podemos en semejante homenaje constituyó «un ejercicio de cinismo». Y nada se arregla condenando al terrorismo como a cualquier otra forma de violencia, como señaló entonces Barkos, pues ello significa que para ella tan violencia es la de los criminales separatistas como la de las fuerzas de seguridad españolas que buscan neutralizar a esos mismos terroristas. Nada nuevo bajo el sol…

Desde la Fundación Denaes denunciamos esta constante batasunización de Navarra, manifestada en este menosprecio y odio contra los símbolos de todos los españoles. Sumado a la imposición lingüística del eusquera en la educación y al izado indiscriminado de banderas ikurriñas a lo largo de la geografía de Navarra, estos hechos van señalando el camino hacia la anexión con el País Vasco, de cara a la formación del delirio de Euskal Herria, y con ella la conversión de la profunda identidad española que históricamente ha manifestado Navarra, en un mero «chirrido histórico», una psicofonía infame para estos sediciosos.