El proceso separatista catalán ha quedado en un claro segundo plano durante esta última semana, pasando desapercibido el acatamiento de la legalidad española que ha protagonizado la Generalidad de Cataluña


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La actualidad manda, y si la semana pasada el proceso soberanista copó todas las imágenes televisivas más importantes en los telediarios, ahora le ha tocado el turno a los terribles atentados terroristas islamistas protagonizados el pasado sábado en París. «Quien no sale en televisión no sale en el mundo», principio que no por ser falso deja de ser la guía de los profesionales periodísticos de toda condición, así como de quienes su trabajo depende de ser percibidos por los televidentes a través de las telepantallas.

Tan fielmente se ha cumplido el principio, que lo que parecía una inminente y clara «desconexión» de Cataluña respecto a la Nación Española, con el compromiso firme de todos los sediciosos con representación parlamentaria de desobedecer la legalidad española, especialmente cualquier tipo de suspensión realizada por el Tribunal Constitucional de la declaración separatista del Parlamento Catalán, ha quedado en absolutamente nada en todos los sentidos. Todo pese a que, al contrario de lo que sucedió en los prolegómenos del pseudoreferréndum del 9 N, cuando la mera suspensión de aquella estrafalaria votación provocó auténticos sudores fríos en los separatistas catalanes, en esta ocasión ni Mas ni Forcadell ni ningún otro sedicioso pareció alterarse ante la puesta en marcha de la maquinaria estatal española para frenar el proceso iniciado el 26 de Octubre

Sin embargo, entre bambalinas y en medio del olvido propiciado por los medios de comunicación, han ido aconteciendo hechos en Cataluña, no solo las constantes muestras de rechazo por parte de la CUP a la investidura de Arturo Mas, sin importar que éste se muestre cada vez más servil, sino las fuertes disensiones que surgían entre los protagonistas del «proceso». Así, Francisco Homs, portavoz de la Generalidad, se manifestaba arrepentido y compungido del proceso iniciado, dudando que sirviese de nada. Auténtico portavoz de un sentir general de medios de comunicación como La Vanguardia, donde se pedía dar marcha atrás a una declaración inútil de independencia.

Finalmente, ayer por la mañana se hizo oficial que la Generalidad de Cataluña acata la legalidad española. Al publicar en el Diario Oficial de la Generalidad la suspensión que el Tribunal Constitucional ha realizado de la «declaración unilateral de independencia», los sediciosos manifiestan que acatan dicha legalidad, además sin realizar el más mínimo comentario al respecto. Quien calla otorga… Queda no obstante aún en los mismos diarios oficiales la declaración separatista publicada, sin ningúna retirada o rectificación de parte de los sediciosos, a la espera de qué sucede con el fin del proceso. Y queda saber cómo se reconduce una difícil situación en Cataluña que parece avocar a un callejón sin salida. Tal ha sido la irresponsable e inútil huida hacia delante de Arturo Mas y los suyos, ahora completamente fracturados y sin un rumbo claro que la presunta voluntad de independencia no puede ocultar. Volver a convocar elecciones, dado el fiasco que están protagonizando, sería sólo la punta del iceberg de una situación que, para quienes se encuentran inmersos en el proceso, es completamente inconducible.

Sin embargo, pese a que la realidad catalana ha dejado de ser noticia, las amenazas que desde diversos medios presentan los sediciosos a la Nación Española se mantienen. Así, el expresidente del Fútbol Club Barcelona, Juan Laporta, ha declarado que en el partido de mañana ante el Real Madrid en el Estadio Santiago Bernabéu, rodeado de amplísimas medidas de seguridad para evitar que se atente en él o sus alrededores como sucedió en el francés Estado de Saint Denis, los aficionados azulgranas introducirán banderas sediciosas esteladas, convencidos de que nadie lo impedirá. Eso es lo único que les importa a estos españoles degenerados: aprovechar el marco de un partido que será retransmitido a todo el planeta para mostrar sus repugnantes enseñas y sus lemas en inglés (porque el catalán nadie los entiende) pidiendo «libertad para Cataluña». Esperemos que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado aprovechen su amplio despliegue para requisar todo este material y evitar la propaganda separatista.

Pero en la propia Cataluña se mantiene latente otra amenaza, no menos preocupante aún que la del separatismo catalan: se trata de la amenaza yihadista, que en esta región española suele tomar unos tintes especialmente llamativos, dada la gran cantidad de musulmanes que residen en la zona, atraídos por los sediciosos con el convencimiento de que, al no hablar en español, serían más fácilmente movilizables para la causa del separatismo. Sin embargo, las autoridades competentes no parecen ser muy conscientes de ello. Al menos, así lo manifiesta el jefe de la Policía Autonómica Catalana, José Luis Trapero, que considera que el reclutamiento y formación de terroristas por parte del Estado Islámico en Cataluña es ajeno a la multiplicación de mezquitas y oratorios salafistas que lleva produciéndose años atrás, y especialmente amplio en este último año, pese a haber aumentado un treinta y tres por ciento en este período.

Trapero ha dicho que el foco de captación es internet, y que conviene «evitar la islamofobia». Pero lo cierto es que nada tiene que ver con la islamofobia y sí con la realidad semejante preocupación. No olvidemos que los terroristas que atentaron en Enero y ahora en Noviembre en Francia no eran inmigrantes, sino la segunda generación de inmigrantes musulmanes, esto es franceses y también belgas, que bajo su fachada occidental escondían en realidad un considerable radicalismo cuyo germen no puede ser otro que el moldeamiento fanático (sea en mezquitas o en otras partes de su entorno, como los colegios e institutos que Trapero sí reconoce como lugares donde se radicalizan los adolescentes musulmanes), que se realiza dentro del islamismo para que un buen número de sus fieles razonen como autómatas e identifiquen al infiel cristiano o judío como un declarado enemigo. De hecho, Trapero afirma que en Abril se desarticuló a una célula de Estado Islámico, que se encontraba operativa y preparando atentados, en varias localidades cercanas a Barcelona.

Desde la Fundación Denaes comprobamos que, pese a que el separatismo catalán vuelve a echarse para atrás como ha acostumbrado a lo largo de la Historia, acatando por el momento la legalidad española, sigue siendo un germen de amenazas formales contra nuestra Nación. Y no sólo eso, sino que además, en su inconsciencia e irresponsabilidad, los sediciosos han permitido la llegada masiva de inmigrantes musulmanes y con ellos han abierto la vía para incrementar la amenaza externa del yihadismo contra España.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.