La memoria de veinticinco víctimas mortales queda humillada y el clamor de pueblo español queda despreciado. Esto es, simplemente, una vergüenza, una auténtica indignidad nacional.
Cuando millones de españoles nos manifestamos en varias ciudades contra la excarcelación del criminal terrorista Ignacio de Juana Chaos, el Gobierno trató de eludir la reprobación popular diciendo que no estábamos ante una excarcelación, sino ante un cambio de régimen penitenciario, y que esto no era una decisión política, sino una cuestión judicial. Hoy, después de saber que De Juana entra y sale libremente de su clínica rodeado de solícita escolta policial, ya conocemos la verdad: no se trataba de un cambio de régimen penitenciario, sino de poner a De Juana en una situación lo más próxima posible a la libertad; tampoco se trataba de una cuestión judicial, sino que el rodear a De Juana de todo tipo de protección sólo puede deberse a una decisión política. En plata: el Gobierno nos ha mentido.
ETA ha querido emplear a De Juana para mostrarle a Zapatero hasta dónde llegaba su fuerza de chantaje; Zapatero ha querido aprovechar a De Juana para mostrarle a ETA hasta dónde estaba dispuesto a ceder. Detrás, la memoria de veinticinco víctimas mortales queda humillada y el clamor de pueblo español queda despreciado. Esto es, simplemente, una vergüenza, una auténtica indignidad nacional.