zapatero_santo.jpgEl soniquete más repetido de la nefanda legislatura de Rodríguez ha sido el de las “buenas intenciones del gobierno”, frustradas más tarde por la fatalidad, por la incomprensión, por la malicia de los demás o por lo que sea.

En esta “legislatura de las buenas intenciones” hemos tenido dos proyectos estelares emanados de las ansias infinitas de Paz; el “proceso de ídem”- nacido de la intención zapateril, según reconoce en entrevista a Pedrojota, de “evitar más muertos”- y el proyecto de la Alianza de Civilizaciones.

Nuestro aliciano presidente tiene la intención de propiciar el entendimiento entre todos los hombres, que en el planeta existen o existirán, a través del diálogo entre las supuestas civilizaciones en las que se arraciman.

Este mismo principio justificaría la búsqueda del “fin negociado de la violencia”, a través del diálogo, incluso después del atentado de la T4, con los terroristas de ETA. Tras el fracaso, Zapatero invoca sus buenas intenciones como medio para salvar el error del “proceso de paz”, en el que se puso a la Nación Española a la altura de los asesinos etarras, se buscó el acuerdo con los partidos separatistas y pro-etarras en mesas paralelas y se pagaron peajes como la liberación de De Juana, la retirada de cargos a Otegui o el permiso a los terroristas de ANV y PCTV para entrar “democráticamente” en las instituciones. Y todo esto en una legislatura en donde las buenas intenciones del gobierno se han traducido en preámbulos que declaran Naciones o realidades nacionales y con Ibarreche lanzando órdagos a la chica. La supuesta buena fe basta, en la desquiciada e infantil interpretación del PSOE, para eludir responsabilidades y, de paso, llamar “desleal” a quien las pide.

Desde la Fundación para la Defensa de la Nación Española tenemos que insistir en que lo que define a una persona son sus acciones; y aun más cuando tiene que tomar decisiones trascendentales para la Nación. Porque, aunque se pueda conceder la buena fe del gobierno, tenemos que exigir, en calidad de ciudadanos, que los gobernantes sepan hacer cálculos políticos realistas y prudentes. La “buena voluntad” no exime a Zapatero de la responsabilidad adquirida por su falta de lealtad a la Nación. Alguien debería recordarle que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA