1130355076_0.jpgLa condena del ex-presidente del Parlamento Vasco, Juan María Atucha, es una buena noticia para España.

Su delito de desobediencia a la autoridad judicial por negarse en 2003, como presidente de la cámara, a disolver el grupo parlamentario Socialista Abertzaleak (SA) –heredero de la ilegalizada Batasuna– no ha quedado impune: un año y medio de inhabilitación para ocupar un cargo público y una multa de 18.000 euros. Junto a él, los entonces miembros de la mesa Gorka Knörr y Concepción Bilbao han sido condenados por el mismo delito a una pena ligeramente menor; una multa de 12.000 euros y un año de inhabilitación.

A instancia exclusiva de la acción popular y gracias al colectivo Manos Limpias, que recurrió la decisión previa de absolución del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, es como hemos podido ver condenados finalmente a quienes pretendían que la “soberanía vasca” estuviera por encima de la ley.

Y si buena noticia es la condena de los delincuentes, también son de agradecer las reacciones de los distintos líderes secesionistas que hacen públicas sus amenazas contra España; especialmente para quienes todavía podrían llamarse a engaño y distinguir entre el nacionalismo “radical” y el “moderado”: por ejemplo, el Gobierno Vasco de Ibarreche ha leído una grave declaración sobre la condena en la que ha acusado al Estado de romper el pacto de convivencia de la Transición. Por su parte, Arturo Mas, desde la capital estona de Tallín, seguramente engolfado en la creación de la “Europa de los Pueblos”, ha dicho que Atucha hizo lo correcto. Olvidándose del actual lavado de imagen zapateril, el secretario general del PSE, Pachi López, dice que la condena “reabre un caso amortizado”; y por último el Partido Comunista de las Tierras Vascas, enésimo collar del perro terrorista, ha manifestado solidariamente con los anteriores que la sentencia es “una consecuencia más del cálculo electoral del Estado español”.
Las penas contra Atucha y compañía son benignas, pero al menos el resentimiento que levantan entre sus secuaces es señal de que con ellas se les ha despertado de la plácida legislatura en la que Zapatero les ha permitido hasta ahora saltarse la ley.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA