Se percibe en la sociedad española cierto estupor y cierta vergüenza a la hora de asimilar la oportunidad de un libro editado con evidentes fines lucrativos.


Recientemente ha saltado a la palestra de la polémica moral, y de lo políticamente repudiable, la presentación de un libro de la periodista Elisa Beni sobre la circunstancia tanto profesional como personal y hasta íntima de su marido, el juez Bermúdez, durante el juicio por el mayor atentado en la historia de España. Recordemos: 192 muertos y más de 1.400 heridos. Aún calientes los banquillos del recinto de la Casa de Campo, se percibe en la sociedad española cierto estupor y cierta vergüenza, por otro lado bien justificadas, a la hora no ya de juzgar, sino incluso de asimilar la oportunidad de un libro editado con evidentes fines lucrativos por la comercialísima editorial Planeta. Para más inri, resulta hasta una broma macabra que tal obra se haya presentado el pasado 26 de noviembre en una institución llamada “Círculo de Bellas Artes”.

No entraremos a juzgar el contenido de dicho libro pese a las reacciones suscitadas en colegas del juez Bermúdez como el magistrado Alfonso Guevara, de más que probada integridad moral y resolución frente al terror etarra. En un país demasiado acostumbrado a airear en los mass-media trapos sucios de toda índole y a mezclar sin ningún escrúpulo ético lo público y lo privado, el libro de Elisa Beni debió de parecer a algunos una oportunidad de oro para sacar rentabilidad –¿también política?- de unos terribles hechos y de un caso que no está ni mucho menos cerrado. Pero el asunto no es baladí ni la sociedad española parece que, pese a lo anteriormente dicho, vaya a “disfrutar” el morbo de unas páginas escritas con menos prudencia que ética periodística; ni siquiera a disculpar su aparición ni, mucho menos, a mitigar el dolor y trauma colectivo, nacional, provocado por el atentado del 11-M. Decía Ortega en «La rebelión de las masas» que “lo que en cada país es sentido como circunstancia dolorosa, multiplica hasta el infinito su efecto deprimente cuando el que lo sufre advierte que apenas hay lugar en el continente donde no acontezca estrictamente lo mismo”. Tomemos nota.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA