Es muy llamativo que Joaquín Torra haya recibido a Pedro Sánchez en el Palacio de la Generalidad con la Guardia de Honor de los Mozos de Escuadra, como si el presidente del gobierno fuese el presidente de un país extranjero. Los separatistas, con la complicidad de Sánchez, han presentado la reunión de hora y media como si se tratase de una cumbre internacionalNo obstante, Sánchez no ha sido acompañado por la ministra de Exteriores, ¡sólo faltaría! Se trata de la tercera reunión mantenida entre ambos políticos desde que el doctor fuera investido presidente del gobierno por obra y gracia del santo voto separatista. Con esta maniobra Torra ha pretendido monopolizar las negociaciones con el gobierno, apartando a ERC de las mismas y tratando de presentarse como líder único del separatismo dialogante (modelo sedicioso que ha mostrado ser mucho más peligroso y formalmente amenazante para la unidad de España que el separatismo violento kaleborrokante).

Sánchez le ha comunicado a Torra que «el diálogo se debe desarrollar dentro de la ley, pero que la ley no basta». ¿Acaso se está especulando con la posibilidad de una sedición llevada a cabo «de la ley a la ley», siendo la ley -no obstante- condición necesaria, pero no suficiente?

Sánchez ha señalado que desde el 1-O «nadie ha ganado y todos hemos perdido; la ciudadanía está harta del empate perpetuo». ¡Y no digamos del diálogo eterno! Tal vez por eso el doctor hable de la «desjuicialización» del procés, lo cual complace al separatismo. Con todo, el doctor ha querido dejar claro «cuán diferentes y cuán alejadas y dispares son nuestras posiciones».

Se plantea que el famoso diálogo consistirá en la petición de «autodeterminación y amnistía» por la parte separatista, mientras que desde el lado gubernamental central (realmente nacional) se propone bilateralidad, nueva financiación e inyección económica para Cataluña, así como más infraestructuras y mayor cooperación en todo tipo de materias. Y así Cataluña seguirá siendo la región con más privilegios de España y lo hará aun con mayor intensidad. Torra agradece el gesto, pero lo ve insuficiente. El separatismo siempre pide más: es insaciable, tripero, consentido y, en su malcriada andadura e inagotable ambición, siempre pide más. Y, francamente, así le ha ido muy bien (y ni que decir tiene cómo le ha ido a España con semejante actitud de politicastros imprudentes y cuando no traidores).

En la dialogante reunión, según le ha parecido escuchar a Torra, Sánchez ha reconocido «el derecho a la autodeterminación y el referéndum de Cataluña, aunque el camino sea largo. Interesante que haya usado esta expresión». Y añade que «ahora toca pasar de la cordialidad a las propuestas». El «Le Pen español» -como lo llamó el propio Sánchez- ha exigido al señor del falcón un referéndum para que una parte de los españoles decida por todos los españoles sobre lo que pueda ser la unidad y la identidad de España, esto es, lo que nos incumbe vitalmente a todos los españoles. Pero si votan los españoles empadronados en Cataluña se está pidiendo el principio de Cataluña como nación soberana e independiente. ¿Es que acaso se va a exigir un referéndum para que haya un referéndum de autodetermianción, es decir, de separación? Absurdo.

Sánchez ha dejado claro que él es «un firme defensor del autogobierno de Cataluña». Tal autogobierno, sobre todo a raíz del Estatuto de Autonomía que apoyó Zapatero, vendría a ser algo así como la praeparatio evangelica de la «autodeterminación». Torra mencionó que se hablase mucho de gestos, «pero nosotros lo que queremos son soluciones», y éstas no son otras que la amnistía y la mal llamada autodeterminación.  

Asimismo, Torra ha exigido al presidente del gobierno la amnistía de los sediciosos encarcelados. Amnistía que ya está en marcha con los privilegios penitenciarios de «los Jordis», que ya lo único que tienen que hacer entre rejas es dormir (esto puede ser la praeparatio evangelica de la amnistía de todos los sediciosos). Por su parte, el separatista-largoplacista Miquel Iceta descarta la amnistía y propone una reforma en el código penal y también en la política penitenciaria. Según dice, «los delitos de rebelión y sedición no se ajustan suficiente a lo que pasó en Cataluña». ¿Y qué delitos se ajustan a lo que allí pasó?

Asimismo, el que llamó a los españoles «bestias salvajes» pide un mediador a fin de fiscalizar la próxima reunión dialogante (¿el famoso «relator» que propuso el anterior gobierno de Sánchez?). Pero el señor del buen colchón (en el cual duerme como un lirón, incluso con podemitas en el gobierno) afirma que «el mediador serán los 47 millones de españoles que van a ser testigos de un diálogo franco, sincero y diáfano» y «absolutamente transparente». ¿Sin agenda oculta? Difícil de creer viniendo de la boca de un señor mentiroso hasta decir basta. Asimismo, el líder separatista ha exigido un calendario, esto es, una hoja de ruta que conduciría, con la cooperación del gobierno de España, a la mal llamada independencia.

Sánchez le entregó un inesperado documento a Torra titulado Documento abierto de agenda para el reencuentro. Al parecer tal documento es un resumen de la agenda del gobierno socialpodemita para Cataluña, con la que se pretende dar más privilegios a la comunidad autónoma (más exacto sería decir que los privilegios son para la casta separatista y para su red clientelar). En definitiva, nada nuevo bajo la piel del toro.   

Y, por si lo que llevamos dicho hasta ahora no fuera suficiente, es menester señalar un gesto que dice mucho (tal vez muchísimo… puede, en fin, que lo diga todo). Nos referimos a la reverencia que el señor Iván Redondo le dedicó a Torra -¡sí, una reverencia al racista Joaquín Torra!- un gesto significadísimo por parte del jefe de gabinete del presidente del gobierno, al que algunos consideran el presidente en la sombra.

    Daniel López. Doctor en Filosofía.