“Es una oportunidad que el independentismo tiene que aprovechar”. Con estas palabras Marta Vilalta, portavoz de ERC, anunciaba su abstención a la investidura de Sánchez pendiente de la aprobación por parte del Consejo Nacional del partido -nombre pretencioso donde los haya- el próximo día 2 de enero. Se podrá decir lo que se quiera de esta gente, pero no que mientan. Sánchez es su gran oportunidad, y la van a aprovechar. Tampoco el presidente del gobierno en funciones podrá decir jamás que fue engañado. Nunca ha sido su intención entenderse con nadie que no fuera el nacionalismo; se siente cómodo con ellos, les tiene querencia y no se disputan el mismo electorado.
Podemos, sin embargo, le es un mal necesario que quiso esquivar mediante la convocatoria de las elecciones del 10 de noviembre. Creyó su persona que los absorbería en los últimos comicios, y lo que sucedió es que fueron condenados a entenderse. Se prevé una acumulación de ego en el próximo gobierno de difícil digestión y una política económica de gasto inasumible que nos sumirá en una crisis inevitable, en un momento en el que el panorama económico internacional no da lugar al optimismo.
Sánchez está perpetrando los pactos más devastadores para España que se puedan llevar a cabo. Ayer, un Ortuzar satisfecho y relajado se presentaba ante la prensa para comunicar su sí a Sánchez y explicar los 12 puntos del vergonzante acuerdo. El gobierno central se compromete a retirar a la Guardia Civil la competencia de Tráfico en Navarra -negociando en nombre de esta región como si fuera suya- y a realizar las «modificaciones legales necesarias a fin de encontrar una solución tanto al contencioso en Cataluña como en la negociación y acuerdo del nuevo Estatuto» del País Vasco, todo ello «atendiendo a los sentimientos nacionales de pertenencia». Cheque en blanco para la independencia de facto.
Siendo todo esto un desastre sin paliativos, resulta casi más desalentador ver ayer a un Casado -cabeza del partido con más representación de la oposición- sin liderazgo alguno, anunciando recursos administrativos mientras el Estado se desmorona literalmente. Lo que no deja de ser una cooperación más por parte del PP a la situación actual.
Esta actitud pusilánime de los populares, junto con el visceral e irreversible rechazo de Ciudadanos a Vox, hacen imposible un frente común y eficaz contra el gobierno Frankenstein que se avecina, ni siquiera en circunstancias tan anómalas como las que se nos presentan.
Carmen Álvarez Vela