26 de febrero de 2020 es la fecha que marca el inicio de una serie de dialogantes reuniones mensuales entre monclovitas y separatistas que irán de Madrid a Barcelona y de Barcelona a Madrid. Da la sensación de que será como el día de la marmota, el día del diálogo eterno. Y así parece según las palabras de la ministra-portavoz María Jesús Montero: el diálogo es bien complejo «y no esperemos conseguir fruto a corto plazo».
Ambas partes han acordado que las reuniones se presenten como si fuesen cumbres bilaterales. De hecho, ya en la primera reunión el presidente de la Generalidad aun estando inhabilitado, Joaquín Torra, y su excelente compañía han sido recibidos con toda la pompa, como si tal grupo estuviese compuesto por un jefe de Estado o un presidente del gobierno y sus ministros. ¿Es que acaso Cataluña es ya un Estado soberano e independiente? Ir alternando la mesa de diálogo una vez
al mes entre Madrid y Barcelona parece que está pensado para darle más aspecto de bilateralidad a las reuniones. Y así lo señala el «Comunicado conjunto» que han firmado la Presidencia del Gobierno y la Generalidad de Cataluña, donde se dice textualmente «mesa bilateral de diálogo». Y para que no haya dudas, la reunión se celebró en una habitación de Moncloa en la que suelen celebrarse encuentros con jefes de Estados, presidentes y ministros extranjeros. ¿Es que hay necesidad de tratar a los políticos separatistas catalanes como si fuesen extranjeros? ¿Es que es menester tratarlos de modo especial en relación a los demás políticos autonómicos?
Pero no sólo es una cuestión de diálogo sino también, y fundamentalmente, de algo que puede trascender mucho más que las meras palabras: «la negociación y el acuerdo», como se dice en el «Comunicado conjunto». Y aquí cabría preguntarse «negociar y llegar a acuerdos, ¿para qué?». ¿Para desmembrar España? ¿Para debilitarla más aún y llevarla a su completa ruina?
Tanto monclovitas como separatistas dialogantes salieron encantados de haberse conocido en dicha reunión. Es más, se han vanagloriado de haber disfrutado de un clima «honesto y franco», como ha llegado a decir Torra. Sin embargo, por muy honesto y franco que haya sido el primer encuentro en la mesa de diálogo, a los sediciosos no les ha quedado ni mucho menos clara cuál es la postura del gobierno de Sánchez sobre dos cuestiones fundamentales, y que son las dos cosas que más les importa a los separatistas: la «autodeterminación» y la amnistía. Tampoco al resto de españoles nos ha quedado lo suficientemente claro.
Y no cabe al mismo tiempo estar con la unidad del Estado y con la sedición, y hay que excluir una tercera vía, porque España será o no será, no se puede decir, y ni siquiera pensar, que medio será o medio no será. Pero la lógica y la ontología no parece que habite en la sesera de algunos ministros y ministras, como por ejemplo en la de la ministra-portavoz María Jesús Montero, que llegó a afirmar que hay que huir del «binomio» de independencia «sí o no». Que es como si dijese «hay que alejarse del binomio embarazada/no embarazada». Parece que para la ministra sureña no es contradictorio o absurdo estar medio embarazada. La Montero ha descubierto la pólvora y entre el 8 y 9 cabe un número entero, así como entre sedición y unión cabe un término medio o una tercera y enigmático posición. ¿Y no será esa tercera opción el federalismo? Pero, ¿saben lo que dicen los líderes y las lideresas del partido de la fantasiosa honradez cuando hablan de «federalismo» aplicándolo a un Estado ya unido como es el Estado español? ¿No han caído en la cuenta de que federar es para unir Estados que estaban separados y no para fracturar un Estado previamente unificado? Y si España ya está unida, ¿qué necesidad hay de federar? En todo caso podría federarse con otros países, como por ejemplo con Portugal, como se ha especulado últimamente.
Torra ha querido dejar claro que el conflicto «nace de la negación de los derechos, sobre todo el de la autodeterminación». Y añadió que «Cataluña quiere decidir su futuro democráticamente y en libertad». Pero, como bien sabemos, un referéndum de autodeterminación es imposible porque Cataluña nunca ha sido una colonia de España (siempre ha sido España). Y es más, en todo caso no sería un derecho sino un privilegio, porque los catalanes (cosa difícil de saber qué y quiénes son) tendrían el lujo de decidir no ya solamente lo que sea o deje de ser Cataluña sino lo que sea o deje de ser toda España
. Y eso sería, se mire como se mire, un atropello mayúsculo, por mucha voluntad democrática que tengan el 80% de los catalanes, según dijo Torra (¡como si es el 100%). Pero para que se celebre tal referéndum haría falta que Cataluña ya tuviese la soberanía. ¿Es que acaso tendríamos que contemplar la locura de ver cómo se organiza un referéndum para decidir si, a su vez, se puede organizar un referéndum para la permanencia o la separación de Cataluña respecto al resto de España? El delirio es lo que más florece y siempre va más allá; de modo que nada de esto, por muy vesánico que suene, hay que descartar.
Los intereses del gobierno socialpodemita en esta infame mesa de diálogo están en contar con el voto de ERC de cara a los Presupuestos Generales del Estado. Y así se ha mostrado doce horas después de la reunión, cuando PSOE y ERC acordaron el techo de gastos, el paso previo para los Presupuestos. Por su parte, JxCat votó en contra. Y otra consecuencia de la mesa de diálogo, o tal vez se venía preparando desde antes, es el cese de Carmen Tejera, jefa del grupo de trabajo creado en Hacienda para supervisar los gastos de la Generalidad y abogada del Estado que apuntaló la acusación de malversación en el juicio del procés. Madrid no paga a leales.
Ya lo dejó meridianamente claro Gabriel Rufián en su intervención en el debate de Investidura: «Sin mesa de diálogo no hay legislatura». ¿Y hacia dónde va la mesa de diálogo? ¿Hacia la sedición y la amnistía? Pues que sepa el doctor Sánchez que con sedición y amnistía no habrá legislatura; porque, en tal caso, sencillamente no habrá España.
Daniel López. Doctor en Filosofía.