El departamento de Educación de la Generalidad de Cataluña, que dirige Josep Bargalló de ERC, estrena en este curso, lleno de incertidumbre por la crisis del covid y de pavor por el cataclismo económico, un plan piloto para que por fin se implante por primera vez en España clases de religión islámica en colegios públicos. Los lugares agraciados serán Barcelona, el Bajo Llobregat, Gerona y Tarragona para alumnos del primer curso de educación primaria y de primero de ESO (siendo una asignatura optativa, ¡sólo faltaría!).
Este plan piloto -sostienen sus promotores- tiene intención de llevarse a cabo por mor de la libertad religiosa y de la cohesión social. Se trata de un acuerdo de cooperación entre el Estado español y la Comisión Islámica de España. Los profesores de la nueva asignatura pertenecen a esta institución, por lo tanto serán -como era de esperar- clases doctrinales, dogmáticas, esto es, acríticas con los principios coránicos (supuestamente revelados por Alá a Mahoma hace poco menos de 1.500 años).
El plan establece que «para organizar grupos de la materia Religión Islámica es necesario seguir los mismos criterios utilizados en la atención al alumnado que ha solicitado la materia Religión Católica». Asimismo, «tiene que reflejar las lenguas y culturas de las familias musulmanas en Cataluña, así como la realidad que engloba a musulmanes y no musulmanes, a hombres y mujeres de diferentes procedencias geográficas y culturales, con la finalidad de transmitir al alumnado la perspectiva de inclusión y la educación en la diversidad».
¿Se trata de fomentar la religión islámica en los centros de enseñanza? ¡Qué otra cosa si no! Al catolicismo (religión mayoritaria en España, sin la cual no se entendería su historia) hay que atacarlo, al islam (los reinos españoles se fundaron esencialmente contra los reinos musulmanes) hay que mimarlo. Y desde luego que las clases de la arropada religión serán en catalán. De hecho los padres no tienen derecho a matricular a sus hijos en español pero sí van a tener el privilegio de que sus hijos aprendan, si toman esa opción, las nobles doctrinas de los versículos del Corán. Y, que sepamos, de momento nadie ha reivindicado que Mahoma fuese catalán. El primer partido de Jordi Pujol se llamaba Cristo y Cataluña y no Mahoma y Cataluña; aunque en sus tiempos el Molt Honorable prefería la inmigración procedente de países musulmanes antes que la que llegaba de inmigrantes de países hispanos, para mayor gloria del catalán.
Según el departamento, «el hecho religioso es consustancial a la persona y tiene una gran trascendencia en la sociedad. Los centros educativos concentran la pluralidad de la diversidad religiosa a través de las diferentes maneras de hacer de las personas que forman parte de la comunidad escolar». Y también se apunta: «la gestión de la diversidad en los centros educativos representa una oportunidad para consolidar las competencias centradas en el hecho de convivir y habitar el mundo, desde el respeto, la reflexión crítica y el reconocimiento de la diversidad religiosa, de pensamiento y de conciencia, pero también preservando los principios básicos y éticos de nuestra sociedad y fortaleciendo los valores de convivencia propios de una sociedad cohesionada, acogedora, integradora y cada vez más cosmopolita. Es por eso que dos grandes retos que hay que afrontar desde la gestión pública del hecho religioso es la garantía de los derechos de libertad religiosa y el mantenimiento de la cohesión social».
El problema de esta asignatura es que se contradice, en buena parte, con los postulados de otros contenidos ideológicos que están entrando con muchísima fuerza en las aulas. Nos referimos a los contenidos de la ideología de género (que a su vez, al menos respecto a lo que se refiere a la denominada teoría queer y en algunas doctrinas LGTBI, entra en contradicción con el feminismo, entendiendo por éste la lucha por la igualdad de hombres y mujeres en derechos y oportunidades).
Pero veamos algunas perlas coránicas para comprobar tal contradicción:
«Nunca podréis ser equitativos con vuestras mujeres, aunque os empeñéis en ello» (II, 129).
«Te consultarán acerca de la menstruación; diles: “Es inmunda”. Absteneos, pues de las mujeres durante el menstruo y no os acerquéis a ellas hasta que se mundifiquen; cuando se hayan mundificado, aproximaos entonces a ellas, como Dios os lo ha dispuesto; porque, Dios estima a los arrepentidos y a los mundificados. Vuestras mujeres son vuestra sementera. Disfrutad, pues, de vuestra sementera como os plazca» (II, 222-223).
«Los hombre mantienen su predominio [sobre las mujeres divorciadas]» (II, 228).
El testimonio de un hombre vale como el de dos mujeres: «Llamad a dos testigos, de entre vuestros hombres o, en su defecto, a un hombre y dos mujeres, de las que prefiráis de los testigos, a fin de que, si una de ellas olvidara, la otra se lo recuerde» (II, 282).
«En cuanto, a aquellas de vuestras mujeres que hayan incurrido en adulterio, apelad a cuatro testigos de los vuestros, y si éstos lo confirman, confinadlas en sus casas hasta que les llegue la muerte o que Dios les depare otro medio de redención» (IV, 15).
La esposa es considerada como una posesión del marido, e incluso puede ser esclava: «quienquiera de vosotros que no posea recursos suficientes para casarse con las creyentes libres, podrá hacerlo con una esclava de vuestras mozas creyentes; porque, Dios bien conoce vuestra fe. Descendéis unos de otros; casaos, pues, con ellas, con permiso de sus amos y dotadlas convenientemente: siempre que sean castas, no adúlteras, ni que tengan amantes. Pero, si una vez casadas incurren en adulterio, sufrirán sólo la mitad del castigo que corresponde a las libres casadas. Ello para quien de vosotros tema caer en adulterio. Pero, si os abstenéis -será mejor; porque, Dios es indulgentísimo, misericordiosísimo» (IV, 25).
«Los hombres son los pastores de las mujeres; porque, Dios las prefirió a ellas y, además, porque las sustentan de su peculio. Las buenas esposas son timoratas, conservan su pudor en ausencia de sus esposos; porque, Dios las custodia. En cuanto a aquellas de quienes sospecháis deslealtad, exhortadlas y relegadlas solas en sus lechos; y si persisten, castigadlas; pero, si os obedecen no las provoquéis; porque, Dios es excelso, grande» (IV, 34).
¿Sobre todo esto no tiene nada que decir la señora ministra de Igualdad y objetar que se enseñen sin sentido crítico estas doctrinas a los jóvenes catalanes (y por tanto españoles)? ¿Qué tal unas clases sobre el islam «desde una perspectiva de género»?
Es sorprendente (aunque cada vez menos, ya que está viniendo a ser la norma con muy pocas excepciones) que siempre que hay contradicciones entre la doctrina coránica y el feminismo (o los asuntos LGTBI, que son más oscuros y confusos) la sedicente izquierda española termina arrodillándose ante el Corán. ¿Por qué? «¡Porque es su cultura!». El mito oscurantista y confusionario de la Cultura tiene aún más fuerza que el mismísimo feminismo de nuestro presente en marcha (e incluso que la ideología LGTBI o esa cosa ridícula y en extremo psicologista de la teoría queer). ¿O tal vez lo más potente sea el odio a España y por ello todo lo que vaya contra España en principio es bueno, aunque se enfrente a los derechos de las mujeres españolas y universales y también contra los de los homosexuales?
Y la intolerancia es otro de los aspectos marca de la casa, porque no hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta: «para Dios la religión es el Islam. Mas, quienes recibieron el Libro no discordaron sino por envidia, después de haberles llegado el conocimiento. Pero, quien niega las leyes de Dios, sepa que Dios es diestro en rendir cuentas» (III, 19). Ya que «a quienes niegan nuestras aleyas les introduciremos en el fuego infernal. Cada vez que su piel se haya abrasado, se la cambiaremos por otra piel, para que experimenten el suplicio; porque, Dios es poderoso, prudente» (IV, 56). Y por supuesto clemente y misericordioso.
Daniel López. Doctor en Filosofía.