En su programa electoral definitivo para el próximo 10 de noviembre el PSCicetizado o icetizante PSOE sanchista advierte que el partido de la «honradez centenaria» se ha comprometido desde 2003 «a las reformas necesarias para un nuevo impulso del autogobierno, luego concretadas en la Declaración de Granada de 2013 y en la Declaración de Barcelona de 2017». Ambas declaraciones también fueron citadas en el programa de las elecciones del 28 de abril, por tanto esto no supone ninguna novedad programática. Como pasaba en dicho programa, las palabras «plurinacional» y «federalismo» no son mencionadas, pero para ello están las susodichas declaraciones, donde se habla de «la transformación de España en un Estado planamente federal» y del «reconocimiento de la realidad plurinacional de nuestro país».
La Declaración de Barcelona es un documento que firmaron la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y la Comisión Ejecutiva del PSC justo después de la victoria de Pedro Sánchez contra Susana Díaz. De hecho el PSC fue clave para que el doctor se impusiese a la por entonces inquilina del Palacio de San Telmo. El subtítulo de la Declaración no puede ser más explícito y revelador: «por el catalanismo y la España federal».
En la Declaración se defiende una reforma de la constitución que «haga de España un Estado federal». Y enseguida se añade: «En este camino es necesario avanzar hasta reconocer plenamente su carácter plurinacional». Es decir, hay que admitir la realidad plurinacional para justificar el federalismo. Y por ello deberá completarse en lo referente a la organización territorial del Estado «el reconocimiento de las aspiraciones nacionales de Cataluña». Porque, como bien se sabe, cuando el PSOE habla de federalismo se refiere al «federalismo asimétrico». Remitimos al lector a nuestro editorial en el que criticamos las nociones de «plurinacionalidad» y «nación de naciones». No nos consta que alguien del PSOE o de Podemos (que están en lo mismo) nos haya contestado con sólidos argumentos que refuten nuestro punto de vista. https://nacionespanola.org/actualidad/editorial/plurinacionalidad-y-nacion-de-naciones/.
No hay que olvidar que tanto Meritxell Batet (presidenta del Congreso) como Manuel Cruz (presidente del Senado), ambos del PSC, son fervorosos partidarios del federalismo, y por tanto del plurinacionalismo. Y no parece casualidad que en la pasada y efímera legislatura ocupasen tales cargos. Por tanto, efectivamente, el PSOE está icetizado, el desicetizador que lo desicetice buen patriota será.
Para el PSC la propuesta de mayor autogobierno para Cataluña y el blindaje de las competencias es la única solución para desembrollar el asunto catalán. Pero lo fundamental de las exigencias del PSC está en el reconocimiento de Cataluña como nación, porque ese es el quid de toda la cuestión. También se exige «el establecimiento de un Senado federal como mecanismo de representación territorial de las Comunidades Autónomas facilitando así su participación en la toma de decisiones en el ámbito estatal».
Con la reforma federal los socialistas pretenden «aunar un profundo autogobierno de las entidades territoriales con la unidad de España y el mejor reconocimiento de la realidad plurinacional de nuestro país sin afectar a la soberanía del pueblo español ni a la igualdad de derechos entre toda la ciudadanía, y que a la vez sirva para profundizar en el carácter democrático del Estado y para garantizar su carácter social». Con esto pretenden abrir una tercera vía frente a «la falsa disyuntiva entre inmovilismo e independencia». Pero, o se está con el Estado o se está con la sedición; y aquí es pertinente apelar al principio del tercero excluido, es decir, no cabe algo intermedio entre la soberanía nacional del pueblo español y el soberanismo catalanista que precisamente roba esa soberanía a España; del mismo modo que es imposible un número entero entre el 8 y el 9.
No obstante el programa del PSOE quiere dejar claro: «no tiene cabida un referéndum de autodeterminación, que el Tribunal Constitucional (TC) ha considerado contrario a la Constitución y que, desde una perspectiva política, provoca la quiebra de la sociedad». El PSOE siempre se mueve en la ambigüedad, pero es posible que lo que se quiere dar a entender es que no hace falta un referéndum porque se hará desde arriba, desde la reforma federal. Sería un caso de secesionismo descendente, es decir, forzado por los propios políticos y no por los ciudadanos situados en el poder civil ascendente. Y esto, al fin y al cabo, es ni más ni menos que el funcionamiento del propio régimen autonómico diseñado en 1978.
Sin embargo, en Ferraz tienen las ideas claras pero cortas: «El PSOE no se ha movido ni se moverá nunca de su propuesta de federalismo». Porque con la reforma federal se pretende encontrar la fórmula mágica «que nos una de nuevo a todos». Si se piensa que hay que unirse de nuevo de algún modo se está afirmando que estamos separados y por tanto hay que federar, porque ese es precisamente el objeto del federalismo: unir lo que previamente está separado. ¿Acaso Cataluña ya es un Estado independiente separado de España? Si no lo es, como efectivamente es el caso, ¿entonces porque hay que trabajar en una reforma constitucional que «nos una de nuevo a todos»? O bien estos señores y estas señoras no tienen ni la menor idea de lo que significa «federar» y «federalismo», o bien lo que se está operando y relacionado con tales términos es un disimulado trampolín en el que la casta política nos quiere columpiar hacia el secesionismo distáxico. En tal caso el federalismo no sería otra cosa que un secesionismo cortés. Por eso el eslogan de campaña del partido del puño y la rosa reza «Ahora España» (hasta ahora no, pero ahora sí)… y después federalismo asimétrico. Y finalmente sedición de Cataluña, País Vasco, etc., etc., y balcanización de España.
Aquí no disponemos de espacio para una crítica pertinente al federalismo asimétrico del PSOE, y por ello remitimos al lector al programa de Youtube Qué m… de país que presenta y dirige Paloma Hernández, que hizo una crítica sencillamente incontestable. https://www.youtube.com/watch?v=oWoBVtZ8x0M.
Por si fuera poco, la Declaración también se propone «Aprobar una Proposición de Ley Orgánica de reconocimiento y amparo de la pluralidad lingüística de España». Y atención porque pretenden «Culminar el reconocimiento de la pluralidad lingüística en el Senado». ¡El delirio babélico de los pinganillos!
Y no podía faltar el mito de la Cultura, que al fin y al cabo es el padre del nacionalismo fragmentario: «Asegurar la presencia de Catalunya y de las culturas catalana y aranesa en la UNESCO. Se creará en Barcelona una oficina técnica de coordinación de la presencia en dicho organismo internacional de las diversas lenguas y culturas españolas».
Y tampoco podía soslayarse la sectaria Ley de Memoria Histórica: «Resolver cuestiones relativas a la memoria histórica como la anulación radical y expresa del juicio al president Lluís Companys, avanzando en la senda de los esfuerzos realizados en este ámbito a través de la Ley de Memoria Histórica, así como de todos los demás procesos y sentencias o resoluciones dictadas por órganos penales o administrativos del franquismo por razones ideológicas, políticas o de creencias».
El programa del PSOE concluye proponiendo la integración de nuestra patria en una Europa federal «con una auténtica soberanía europea, en la que se integre la España autonómica». Ya lo venía diciendo el olvidado rival de Sánchez en las primarias, el mismo que le preguntó qué entendía por nación dando el doctor una respuesta indocta. Nos referimos a Patxi López: «Una Europa federal quiere decir que hemos cedido soberanía a Europa para empezar a tener más políticas comunes. Políticas no sólo monetarias o económicas, sino fiscales, sociales, de derecho, de libertades. Porque creo que el futuro tiene que ir por ahí».
Aunque más grave fue lo que dijo José Manuel García-Margallo siendo ministro de Exteriores: «Habrá que ceder toneladas gigantescas de soberanía». Eso sí, sin percatarse de un detalle importante: la soberanía no es una fuente eterna e inagotable. Tarde o temprano iba a llegar el momento en que los charlatanes que han vendido el país al mejor postor no tuvieran nada más que ofrecer; ¿pero quién dijo pudor? Luego seguirían, mejor dicho, siguen y seguirán mareando la perdiz con pluripalabrerías y federalismos y nación de naciones; ahora bien, de vergüenza de sinvergüenzas, ni rastro.
Daniel López. Doctor en Filosofía.