Desde la época del fin de los fueros y la constitución de la Nación Española, la lucha del nacionalismo secesionista ha sido evitar la unificación de toda la escuela pública española, mediante la imposición del euskera, para evitar así que los habitantes españoles del País Vasco pudieran abandonar la situación de servidumbre en que vivieron durante el Antiguo Régimen, e integrarse en la Nación Española gracias al instrumento de la lengua común, el español. Ladrón de Guevara También analiza la falacia de la inmersión lingüística, que es imposible si con ella se busca despreciar la lengua común de España, el español, idioma de comunicación universal que deja en ridículo a las lenguas regionales como el eusquera.
«Desgraciadamente tanto en el País Vasco como en Cataluña, la lengua española (castellano) está denostada. Paradójicamente, pues en el País Vasco el castellano tuvo su origen en los valles occidentales de Álava con lo que es tan propia como el vascuence» (pág. 264).