Recientemente, hemos recibido el libro de D. Fernando José Vaquero Oroquieta: De Navarra a Nafarroa. La otra conquista (La Tribuna del País Vasco/Amazon Europa, San Sebastián, 2019, 229 pp.), del que les ofrecemos la siguiente reseña:
Un libro para la Navarra que defiende su identidad y libertad
La transición navarra desde la crisis de la modernidad al estado «líquido» de la posmodernidad, si bien comparte todas las características de la Europa circundante y de la globalización al servicio de las oligarquías mediático-financieras, está provista de elementos propios que permiten dibujar una respuesta identitaria-panvasquista paradójicamente impulsada desde las factorías de la ideología liberal-progresista-libertaria.
Toda España viene sufriendo un proceso acelerado de transformación cultural inducida por la ideología hoy predominante, implementada por diversas técnicas de ingeniería social con aval estatal: desaparición progresiva de la familia; extinción del estilo de vida rural; «empoderamiento» de «las mujeres» y diversas minorías junto al blindaje de sus correspondientes nuevos derechos; desaparición de estructuras comunitarias y jerárquicas tradicionales; acción invasiva de los denominados «organismos populares» a modo de alternativa a la sociedad civil; deconstrucción de la educación; arrinconamiento de las humanidades y del cultivo de la excelencia y la voluntad; degradación del arte; aggiornamento o-según se mire- desarme de la Iglesia católica; reducción de la sacralidad europea a una pseudo-espiritualidad de supermercado New Age; infantilización de personas y masas; divinización acrítica de las apetencias adolescentes; etc.
Por el contrario, tan poliédrica revolución cultural y mental viene acarreando un alto precio humano: violencia intrafamiliar; sentimiento de infelicidad creciente; extensión de la soledad; medicalización generalizada; consumo de todo tipo de drogas «ilegales» sin restricción; emigración de los mejor preparados; inmersión en el «invierno demográfico» sin colchón amortiguador ni previsiones; depreciación de la vida humana pareja a la imposición de tópicos animalistas; manipulación de la afectividad por medio del consumismo y las redes sociales; instalación territorial de minorías étnico-religiosas que carecen de voluntad alguna de integración; deterioro material y humano del sistema público de salud; crisis del régimen de las pensiones; etc.
En el caso navarro la crisis está dotada –decíamos- de ingredientes que no concurren en otras comunidades españolas; salvo en las que sufren el impacto de las políticas públicas de los partidos separatistas allí predominantes.
Sin embargo, Navarra, durante décadas, aparentaba permanecer inmune al sarampión nacionalista, a la vez que mantendría un tono religioso envidiable: ¿realmente era así? ¿Acaso el mal venía de lejos? Entonces, ¿qué es lo que ha pasado?
Navarra no permanece ajena a la globalización y al impacto de las tendencias del mundialismo. Es más, su alto nivel económico de vida acaso haya permitido una recepción más rápida de tan universales tendencias. Pero, ante todo, la acción socio-política-cultural del panvasquismo ha generado, de manera progresiva, con el aval acelerador del terrorismo de ETA, una contrasociedad en la que bien puede vivirse 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año.
Este tejido comunitario identitario, de tan potentes evocaciones míticas como de implicaciones vitales, ha sabido beneficiarse de las quiebras propiciadas por las ideologías de la deconstrucción; incorporando a su agenda gramsciana cuantos valores operativos permitían un cambio de hegemonía.
De tal modo, los apologetas del Gobierno panvasquista de Navarra han elaborado un neolenguaje en el que, entre otros, el concepto de «cambio de régimen» explica muy bien sus intenciones reales: no en vano perciben que cuando «echaron» a UPN del Gobierno Foral (merced a un pacto entre las dos coaliciones nacionalistas, Podemos e Izquierda Unida), de las alcaldías de la inmensa mayoría de los ayuntamientos, y de la dirección de las principales instituciones públicas, no se trataba de un mero relevo de partidos al modo de la Europa democrática. El «cambio de régimen» pretende relevar unas élites por otras, los mecanismos de reproducción cultural, los símbolos tradicionales por los propios del panvasquismo; soterrar de facto la sociedad navarra por esas nuevas formas de contrasociedad que cualquier visitante de Navarra puede observar en su atento deambular por estos lares. Un cambio permanente e irrevocable, en suma, del paradigma cultural y mental imperante. Y en ello persisten sin desmayo, sin complejos; con toda su potencia y a fondo.
Desde este contexto, en su nuevo libro (*), Fernando Vaquero profundiza en diversas cuestiones fundamentales para la comprensión de tan rápido como específico tránsito: la desintegración del carlismo; la permanente ofensiva panvasquista en todo plano de la vida pública; la instrumentalización del vascuence batúa como herramienta de la construcción nacional; el desinterés de los sucesivos gobiernos centrales ante la agenda de transformación implacablemente ejecutada por los agentes sociales que el autor califica de «euskolaboracionistas»; las continuas cesiones de navarristas y socialistas ante las presiones nacionalistas; la renuncia a la batalla cultural por parte de las antiguas élites navarras; la acogida sin apenas resistencias del feminismo radical en una nueva mentalidad común; la persistencia de los efectos perversos del terrorismo; el vaciamiento y distorsión de los Fueros…
Por las páginas del libro también desfilan, siempre de manera analítica y crítica, fenómenos muy mediáticos, caso de la vergonzosa «manada» sanferminera de la que se han servido tantos para la criminalización de los varones españoles; las claves internas de la disolución del partido abertzale Aralar, quien tanto contribuyó al decisivo cambio del mapa político navarro y al consiguiente cuatripartito hoy en el poder; las sucesivas crisis de los «podemitas» locales; las actitudes «napartarras», a modo de acomplejado nacionalismo navarro en tránsito al separatismo vasquista; la imposición –incluso en salud mental- del intervencionismo estatista más descarnado; la desaparición de diversas entidades vinculadas a un sindicalismo de clase en retroceso ante otro inequívocamente vasquista; una deconstrucción «de derechas» de diversos fenómenos culturales de interés público; el hostigamiento a las expresiones públicas del catolicismo; etc.
De Navarra a Nafarroa. La otra conquista, es la crónica de un laboratorio social, a escala territorial, sometido a una altísima presión, incomprensible de no considerarse las categorías específicas de la metapolítica y del gramscismo cultural que tantos y tan conscientes activistas lo han acogido en el Viejo Reyno en aras de su deconstrucción irremediable.
Con todo, y a pesar de la atonía de las élites navarristas, vienen produciéndose reacciones esperanzadoras, de diverso calado y que el autor también desgrana, ante semejante estado de cosas que no pocos fatalistas-especialmente entre quienes reposan su consistencia en el poder del dinero- perciben como irremediable. Tal perspectiva permite afirmar que –el que hoy reseñamos- es un texto reflexivo, crítico y libérrimo; pero orientado a la acción y a la movilización ciudadana de una Navarra que no se resigna a la extinción.
Sila Félix