Intervención de Santiago Abascal con motivo de los IV Premios «Españoles Ejemplares»


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SALUDOS

Quiero comenzar dirigiéndome a nuestra anfitriona ausente, a la Excma. Presidenta de la Comunidad de Madrid, Doña Esperanza Aguirre, haciendo expresión pública de nuestra gratitud por su respaldo y cobijo a estos premios, y realizando votos para que muy pronto pueda estar entre todos nosotros; recuperada, fuerte y decidida como siempre.

Excmo. Consejero de Presidencia, D. Francisco Granados.

Admirado Sr. D. Vicente Del Bosque, seleccionador nacional de Futbol.

Estimado Director del diario EL MUNDO; Don Pedro. J Ramírez.

Querido Fernando García de Cortázar, presidente del Jurado.

Queridos miembros del Patronato de la Fundación y del Jurado de estos premios.

Queridos “Amigos de la Nación”, miembros de la Fundación DENAES, de la que sois sostén, haciendo posible su existencia, e incluso la pervivencia de estos premios.

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PATRIOTISMO

Celebramos con entusiasmo y satisfacción esta IV EDICIÓN de los Premios Españoles Ejemplares que, poco a poco, van consolidándose como una referencia entre aquellos que apostamos por el proyecto común de España.

Y cada vez más, descubrimos y apreciamos con alegría en numerosas personas e instituciones aquello que entendemos por patriotismo.

Y con el mismo entusiasmo nos proponemos aplaudirlas, poner el foco sobre ellas, elevarlas como paradigma, y que su actitud ejemplar sea –aun más– modelo de referencia, y ejemplo a seguir.

Porque encontramos en ellas ese patriotismo reflexivo, sereno e inteligente; pero también sentido con el que nos identificamos.

Ese patriotismo reflexivo que ha de incluir necesariamente una doble vertiente para no ser silla quebrada sobre la que se asiente la nación política:

La vertiente del patriotismo como virtud cívica; y la del patriotismo que nos hace sentir un orgullo cabal, ni hinchado ni devaluado, por nuestro común pasado histórico, y por nuestro presente de libertades.

Y buscamos a esos Españoles Ejemplares como los buscadores de oro a las relucientes pepitas.

Porque estamos hambrientos de esa virtud cívica patriótica, –manjar exclusivo de las almas nobles y los corazones grandes–, que eleve al podio de la democracia aquello que nos una, que nos haga arrimar el hombro y abrazarnos.

Y rechace y destierre sin contemplaciones todo aquello que nos enfrente y nos separe, o nos hunda en el barro para, —en goyesca estampa–, liarnos a garrotazos.

¿Acaso ese patriotismo como virtud cívica que nos obliga, impone y exige acentuar y valorar lo que nos traba y nos hace hermanos, no está estrechamente ligado a ese otro patriotismo que, –como sentimiento natural del alma humana–, algo emocional por supuesto, nos hace ser instintivamente solidarios con los iguales, e identificarnos con la patria como con nuestra madre?

¡Sí, como con una madre!, ¿por qué no? De la que conociéndose sus virtudes; se emulan, y de la que siendo conscientes de sus defectos; se reconocen y se evitan.

Porque la Patria es también eso; y no “la razón de Estado”; ése sí, “último refugio de los canallas”. Y es que la Patria, ni es el partido, ni es un gobierno, ni es bandería alguna. La patria somos todos, con nuestras andanzas, nuestras lágrimas, nuestros logros y nuestros fracasos.

PREMIO: ALEGORÍA DE ESPAÑA

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La obra del escultor Pedro Requejo que entregamos a los premiados, a nuestros compatriotas y conciudadanos ejemplares, es la alegoría de la España en la que creemos, que, en bronce, hace corpóreo ese patriotismo.

La silueta de España de esta figura artística, conformada por unos hombres y mujeres, que, –siendo libres–, se funden literalmente y, compactos, caminan unidos con una misma meta.

Esta silueta en bronce es la síntesis de la España que merece ser defendida.

La España territorial, sí. Pero la España de ciudadanos.

La España histórica. Y la España Constitucional,

Y es también resumen, en metal, de la Historia de España

Una España hecha de de norte a sur.

En la que el vértice es un español ejemplar, destacado, adelantado, que, –no por casualidad–, está situado justamente en la Bahía de Cádiz.

En recuerdo de esa España que se desborda en Palos de la Frontera aportando al mundo una idea de hermanamiento universal.

Y en memoria también de esa España que, tres siglos después, se arremolina en Cádiz para dictar la Pepa, parir la Nación Política, proclamar la soberanía, hacerse ciudadana y conquistar la libertad.

No es casual que el español ejemplar sea la avanzadilla, el adelantado, el pionero. Como hoy lo son nuestros tres insignes premiados, vanguardia de nuestra sociedad democrática y de libertades.

Vicente del Bosque, que, apelando al esfuerzo, a la humildad y a la unión, nos ha convertido en una piña.

El Mundo; que cada amanecer contribuye a la concordia entre españoles; y a ese patriotismo reflexivo que es ingrediente indispensable para aderezar el plato de nuestra convivencia colectiva.

Y Agustín Ibarrola, al que la edad, y su delicado y gran corazón, no le han permitido acompañarnos, y que ha hecho, de la lucha por la libertad, su vida. Sin calcular ni el precio ni el riesgo.

RIESGO Y ESPERANZA

Precisamente Decía Tácito, y repetía la portada del primer ejemplar del Diario El Mundo que salió a la circulación que:

Es poco atractivo lo seguro… en el riesgo está la esperanza.

Innovar, hacer lo imposible, lo que nunca se imaginó, plantear acuerdos y coaliciones hasta ahora impensables, soñar con abrazos inconcebibles. Ahí está el apasionante riesgo de nuestros días, y éste, probablemente, sea nuestra única esperanza.

Para una España generosa.

Que repudie el cainismo. Unida.

Y unidos:

La izquierda y la derecha; los del norte y los del sur; los del este y los del oeste; los peninsulares y los insulares.

En definitiva; una España ni tuerta, ni coja ni manca.

Una España entera; la de todos los españoles.

Parafraseando a Alejandro Dumas: Una para todos. Y todos para una.

Merece la pena ese leve riesgo, para esa gran esperanza.

Si el gran poeta vasco y español Blas de Otero decía estar buscando un verso que supiese, parar a un hombre en el camino, nuestra Fundación anda buscando, y encontrará, con el apoyo de tantos españoles ejemplares, mil razones que reconcilien y reúnan a los españoles.