Teruel, Cuenca y Soria son tres ejemplos paradigmáticos de la España de interior, denominación que encierra realidades compartidas. Despoblación, déficit de infraestructuras y carencia de inversiones capaces de facilitar la implantación de actividades empresariales, consecuencia de décadas de olvido, de avanzar a un ritmo mucho más lento que el resto de provincias.


Domingo, 30-11-08

ROBERTO PÉREZ

ZARAGOZA. Teruel, Cuenca y Soria son tres ejemplos paradigmáticos de la España de interior, denominación que encierra realidades compartidas. Despoblación, déficit de infraestructuras y carencia de inversiones capaces de facilitar la implantación de actividades empresariales, consecuencia de décadas de olvido, de avanzar a un ritmo mucho más lento que el resto de provincias.

Las inversiones públicas resultan fundamentales para recuperar el tiempo perdido, pero en Soria, Cuenca y Teruel la realidad es que el olvido vuelve a caer a plomo. Olvido presente sobre olvidos pasados.

Lo peor no es que estas provincias no reciban nuevos proyectos. Lo más sangrante es que pierden, descartados o demorados «sine die», proyectos que ya estaban en marcha años atrás. La autovía Teruel-Cuenca es el último episodio, hasta la fecha, de promesas incumplidas por el Gobierno de Zapatero. Ha dicho que no va a hacerla porque –argumenta– el proyecto no ha superado la declaración de impacto ambiental. Y no plantea alternativas para rectificar el proyecto y ajustarlo.

Otros proyectos no se han descartado, pero están adormecidos en los cajones ministeriales. Eso a pesar de que José Luis Rodríguez Zapatero, cuando era candidato, prometió una atención especial para la España de interior. Lo recuerdan bien en Teruel, donde se sienten engañados por un PSOE que en su día participaba activamente de las reivindicaciones de la plataforma «Teruel Existe» y alzaba la voz para arremeter contra el Gobierno de Aznar.

Ahora, empresarios, sindicatos y colectivos ciudadanos recuerdan al PSOE aquellas poses que no se han traducido en hechos. Hace ya tiempo que «Teruel Existe» salió a la calle para denunciar la «tomadura de pelo» de Zapatero y su partido. Los miembros de esta coordinadora raparon sus cabezas en plena calle, por eso de dejar claro que les habían tomado el pelo y que ellos reconocían haber sido engañados.

Distintas varas

En Teruel, estos días, se quejan de la distinta vara de medir que aplica el PSOE según se trate de unos u otros territorios. Y es que, por ejemplo, apuntan que es curioso que la declaración de impacto ambiental del proyecto de autovía Teruel-Cuenca haya tardado en realizarse casi cinco años y, sin embargo, las obras del trasvase de aguas del Ebro a Barcelona, a pesar de lo espinoso de la cuestión hídrica, salió adelante en cuestión de unas semanas con todo el camino allanado por el Gobierno central.

Desde «Teruel Existe», Ramón Perales asegura que han quedado claros los incumplimientos. Y empresarios y sindicatos se han unido en esta misma provincia para movilizarse y decirle al Gobierno central que ya no admiten más desplantes. Unos y otros, por cierto, miran al Gobierno aragonés PSOE-PAR para exigirle que actúe, en vez de callar ante decisiones que condenan proyectos esperados en esta provincia y que esos mismos partidos les prometieron en su día.

AVE Soria-Calatayud-Teruel

El AVE es una de las obras olvidadas que el PSOE se comprometió a hacer. Heredó proyectos que ya había puesto en marcha el Gobierno de Aznar. Uno de esos corredores de Alta Velocidad era el Soria-Calatayud-Teruel. Calatayud figuraba como centro de un eje concebido para dar salida a Soria y a Teruel por AVE hacia Madrid, al enlazar en la estación bilbilitana con la línea de Alta Velocidad Madrid-Barcelona.

Cuando Zapatero llegó a La Moncloa estaba listo el anteproyecto del AVE Soria-Calatayud y encaraba su declaración de impacto ambiental. Nada se ha sabido y nada se ha exigido al respecto en los últimos años ni desde el Gobierno aragonés ni desde el gobierno del Ayuntamiento de Calatayud, ambos ocupados por la coalición PSOE-PAR. Un silencio, por cierto, que reprocha la portavoz bilbilitana del PP, Mercedes Sarrate.
En el caso de AVE Teruel-Calatayud, la situación ha sido más flagrante.

Fue prometido por Zapatero poco después de llegar a La Moncloa en 2004. Lo hizo para contentar a los turolenses por su primer incumplimiento. En campaña electoral les había prometido que iba a cambiar el trazado del AVE Madrid-Valencia para que pasara por Teruel. Tras ganar las elecciones, dijo que eso ya no era posible. Para salir del paso, prometió conectar Teruel con Calatayud por AVE para enlazarles con Madrid, y hacer un ramal para conectarlos con el AVE a Valencia. Ni el uno ni el otro han llegado. Ni hay proyectos firmes ni plazos comprometidos para las obras.

La autovía Daroca-Calatayud también beneficiaría indirectamente a Teruel y, directamente, a municipios deprimidos de la provincia de Zaragoza. El PP dejó listo el estudio de trazados, pero el PSOE necesitó casi cuatro años para cumplimentar el estudio de impacto ambiental. Lo emitió a finales de 2007, eligió el trazado a construir, pero nada más se ha sabido desde entonces. Ahora, el PP bilbilitano y la Chunta han exigido garantías para esta obra, porque temen la promesa que está lanzando el PSOE de una autovía entre Monreal del Campo (Teruel) y Alcolea del Pinar (Guadalajara) sea la excusa para no hacer la Daroca-Calatayud. Y es que las dos cumplirían la misma función, enlazar la autovía Somport-Sagunto con la Madrid-Zaragoza.

Soria, sin autovía

Entre tanto, en Soria «la frustración es enorme», según indica a ABC el diputado del PP en el Congreso por esta provincia, Jesús Posada. «El AVE Soria-Calatayud parece que ha desaparecido de los planes del Gobierno, y el AVE Valladolid-Soria ni siquiera ha empezado su tramitación administrativa». Mientras, esta provincia y su capital siguen dependiendo de un ferrocarril convencional, la línea Soria-Madrid a través de la localidad soriana de Torralba. Durante varios meses estuvo suspendido el tráfico por estas vías para ser mejoradas, pero acabaron las obras y el tiempo de recorrido entre Soria y Madrid sigue siendo el mismo que antes, más de tres horas. «En estas condiciones el tren no es competitivo –subraya Posada–, se pierde dinero en esta línea y si no se cierra es porque la Junta de Castilla y León pone dinero todos los años para mantenerla». De lo contrario, habría corrido la misma suerte que el tren Santander-Mediterráneo, cerrado en 1985 por el primer gobierno de Felipe González, trazado con el que dejaron de estar conectadas Burgos, Soria, Calatayud y Teruel –desde donde el tren sigue hasta Valencia–.

En carreteras la situación no es más halagüeña. No han comenzado las obras de la ansiada Autovía del Duero, Soria-Valladolid. Sólo se hizo el desdoblamiento de la N-122 a la altura de El Burgo de Osma, obra impulsada en la etapa del PP e inaugurada hace varios años.

«Hace tres años, la Junta le ofreció al Gobierno central pagar a medias las obras de la Autovía del Duero, para que se hiciera de una vez, pero la oferta fue rechazada», se queja el diputado Jesús Posada, mientras critica la lentitud con la que se están tramitando los proyectos.

Por su parte, la autovía hacia Madrid, mediante la construcción de un nuevo trazado entre Tudela, Soria, Almazán y Medinaceli -donde conectará con la A-2, Madrid-Zaragoza- siguen un ritmo desigual. Los proyectos también los dejó en tramitación el PP, pero a estas alturas sólo hay obras en el tramo Soria-Almazán.

La A-40, el último agravio

En la provincia de Cuenca también se sienten agraviados. Ha caído mal la decisión del Gobierno central de no construir la autovía a Teruel, prolongación de la A-40 que impulsó el Ministerio de Fomento en la etapa del PP para acabar con el déficit de comunicaciones que arrastraba la provincia.

La A-40 enlaza Cuenca con Madrid, a través de Tarancón, donde enlaza con la autovía A-3 Madrid-Valencia. En 2000, el plan impulsado por el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, lanzó este proyecto de forma definitiva. La autovía está casi al completo. Falta por acabar el tramo entre Carrascosa y Tarancón, que está en obras. Pero quedaba pendiente aprobar el proyecto del tramo Cuenca-Teruel, decisión que le tocaba tomar al Gobierno de Zapatero, que al final ha decidido descartar la obra.

Esto ha molestado en Teruel, pero también en Cuenca. Si se construyera ese tramo de autovía, ambas provincias, y sus capitales, se convertirían en nudos de comunicaciones de relevancia entre el norte y el sur en la mitad este peninsular. Hasta se han quejado los socialistas de Cuenca, en contraste con el silencio inicial del PSOE aragonés. El diputado del PP por Cuenca, José Madero, ha arremetido también con dureza contra el Gobierno de Zapatero por «haberse cargado esta obra porque sí, porque les ha dado la gana».

Protesta igualmente por la falta de inversiones en la línea ferroviaria convencional Madrid-Cuenca-Valencia, que «podría servir para relanzar pequeñas localidades y captar inversiones empresariales, pero no se actúa».

Por lo menos, Cuenca se garantizó el AVE «con Valencia y con Madrid, gracias a los proyectos que ya había asegurados antes de que llegara Zapatero», afirma Madero. Insiste en reclamar atención, rigor y responsabilidad por parte del Ejecutivo central. Lo hace, eso sí, en tono quejoso, sentimiento común que trasladan también sorianos y turolenses.