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La ausencia de símbolos constitucionales en los edificios municipales de los ayuntamientos gobernados por los nacionalistas gallegos empieza a extenderse. De momento, son cinco los consistorios orensanos que incumplen la Constitución y la Ley de Banderas y evitan situar en un lugar destacado la enseña de España y el retrato oficial del Rey.

Esta situación de ilegalidad es autorizada por los alcaldes, que gobiernan con mayoría absoluta, y pasa desapercibida en la oposición. Hasta la fecha, el Ayuntamiento de Allariz, zona cero del nacionalismo gallego, el vecino de Villar de Santos, el de Castrelo del Valle, La Bola y el de Manzaneda lideran esta rebelión.

Nadie repara en estas ausencias y los propios técnicos municipales se sorprenden de las preguntas sobre el uso de la simbología oficial. Incluso, el secretario del Ayuntamiento de Villar de Santos confirma que su Consistorio no iza la bandera de España.

Los ayuntamientos que incumplen la ley son, en su mayoría, rurales, pero no es óbice para que sus alcaldes estén cargados de intencionalidad política. La oposición no percibe estos cálculos porque la mayor parte concibe la política de una manera práctica, alejada del plano simbólico y gestual. No es extraño ver en municipios del campo gallego banderas desteñidas, retratos extemporáneos colgados en las paredes o salones de plenos poco cuidados o con más perfil de almacén que de sala de reuniones.

El caso de Allariz es el más visible. Es el ayuntamiento nacionalista por excelencia. Además de la ausencia de símbolos nacionales, los vecinos de este pequeño municipio cuentan con un carné de identidad propio, además del oficial y legal, un documento llamado carné de ciudadanía. Incluso, durante una visita del Príncipe de Asturias, el entonces alcalde y posterior vicepresidente de la Xunta de Galicia y líder del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Anxo Quintana, eligió banderas blancas desprovistas de cualquier elemento simbólico para recibir a Don Felipe.

Los regidores afectados no ocultan su rechazo a la simbología española. Un alcalde de la alta montaña orensana explicó a este periódico que la foto del Rey no tiene un lugar en la pared, sino detrás de los papeles. En su lugar cuelga el retrato de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, el fundador del nacionalismo gallego. Eso sí, si llega al Ayuntamiento «alguna visita sospechosa», el regidor reconoce que cambia a Castelao por Don Juan Carlos.

En las ciudades gobernadas por los nacionalistas en coalición con los socialistas la situación es diferente. Se respeta la simbología y los cargos públicos comparecen con la bandera española a su espalda. Sin embargo, esto no impide que en los actos de partido se lancen soflamas contra España y su simbología. Durante la pasada Eurocopa de fútbol, en presencia de Isabel Pérez, teniente de alcalde de Orense, uno de sus asesores lanzó proclamas contra las banderas que colgaban de los balcones.

Otros, como es el caso de Severino Rodríguez, alcalde de Monforte de Lemos, en Lugo, mantienen la simbología a pesar de no compartirla. «Hago como que no veo al Rey ni la bandera», afirma con una expresión muy gallega en la cara de que «no hay más remedio».