CON la detención ayer en Francia de los etarras Asier Borrero, Itziar Plaza e Iurgi Garitagoitia, las fuerzas de seguridad galas, en estrecha colaboración con las españolas, asestaron de nuevo un duro golpe a la estructura interna de la banda terrorista.
CON la detención ayer en Francia de los etarras Asier Borrero, Itziar Plaza e Iurgi Garitagoitia, las fuerzas de seguridad galas, en estrecha colaboración con las españolas, asestaron de nuevo un duro golpe a la estructura interna de la banda terrorista. En efecto, no sólo se trata de tres de los terroristas más buscados, sino que los expertos en la lucha antiterrorista atribuyen a Borrero un relevante papel directivo en la banda como sustituto de Jurdan Martitegi en el «aparato militar», y las primeras investigaciones apuntan a que los otros dos capturados podrían ser sus «lugartenientes». Es sin duda otra buena noticia en la lucha contra ETA que demuestra que la presión policial no cesa tanto en suelo español como francés y que acredita las dificultades de la dirección de la banda para reorganizarse internamente y reponerse de los varapalos policiales. De hecho, la caída de Borrero supone el descabezamiento de la jefatura de los «comandos» etarras por cuarta vez desde noviembre, fecha desde la que han sido capturados sucesivamente «Txeroki», Aitziol Iriondo y Martitegi. Sin embargo, conviene reafirmar que no cabe la euforia. Por encima de las dificultades y de la dedicada labor de los servicios de información de las Fuerzas de Seguridad, ETA siempre ha aprovechado cualquier oportunidad, por mínima que sea, para reorganizarse porque dispone de criminales suficientes en la recámara para sustituir a los detenidos. ETA estuvo operativa durante su tregua-trampa hasta el atentado de la T-4 y continúa estándolo hoy. Lamentablemente, el reciente asesinato del policía Eduardo Puelles así lo certifica.
Quien quiera hallar la causa de una menor capacidad mortífera de ETA en la supuesta inexperiencia y juventud de sus sucesivos «jefes» se equivoca. La banda ha demostrado demasiadas veces que mata cuanto y cuando puede. Aun así, es indudable que cuando operaciones policiales como la de ayer fructifican, ETA se resiente. No hay más vías que la policial y la judicial para acabar con ETA y, desde esta perspectiva, cobran sentido las palabras del nuevo consejero vasco de Interior, el socialista Rodolfo Ares, en la entrevista que hoy publica ABC: «Una tregua no cambiaría la decisión de no dialogar con ETA». Ha tenido que producirse un fallido «alto el fuego» trampa para que el PSOE haya rectificado y asumido que la irresponsable negociación de la pasada legislatura no fue sino un ejercicio de obcecada ingenuidad y de imprudencia que el Estado de Derecho no puede permitirse. Desde ayer, ETA cuenta con tres terroristas más en la cárcel y con la certeza de que las Fuerzas de Seguridad no descansan.