Artículo de Santiago Abascal, presidente de la Fundación DENAES, en la sección «Sin complejos» del periódico EL SEMANAL DIGITAL
17-11-2008 – EL SEMANAL DIGITAL
Vaya por delante que me importa bien poco el nombre de la selección autonómica vasca cuando pretende ser nacional. Es más, me divierte la pelea de gallos nacionalistas por el nominalismo de su penosa selección, y no me conmueven lo más mínimo unos millonarios insensibles con las victimas del terrorismo cuando sufren por el nombrecito de su combinado balompédico con ínfulas de grandeza nacional.
Otra cosa es lo que se esconde tras la reclamación de la oficialidad como selección nacional del equipo autonómico vasco. Eso tiene menos gracia. Porque demuestra el manejo político del deporte, y la contaminación nacionalista en el ámbito del fútbol vasco. Y menos gracia tiene aún aprovechar un partido con una nación como Irán, está sí, para perpetrar reclamaciones indocumentadas y frívolas al lado de las que podían hacer para pedir la libertad religiosa en Irán, que no se ahorque a los homosexuales y que no se encarcele bajo mantas a las mujeres. Pero no, estos valientes no quieren una fatwa ni de los clérigos iraníes ni de ETA. Por eso se dedican solo a hacerle el caldo gordo a las batasunos que son los únicos que han aplaudido su mamarrachada.
Pero conviene señalar otra paradoja. Esta reivindicación no se produjo hace unos años, con el Athletic de Bilbao, la Real Sociedad y el Alavés en primera división. Se produce ahora. Cuando peor está el fútbol vasco, más se meten en política nacionalista sus jugadores. Cuando peores son profesionalmente es cuando se meten de cabeza en enredos políticos. Ahora que el Alavés y La Real están en segunda división y el Atlhetic es casi el colistas de primera, estos torpes del balón se quieren meter a batasunos profesionales. La sospecha razonada que podemos tener es obvia. Ahora que son una banda de mantas, quieren su liguita solo vasca para así ser lo primeros. Vamos, que quieren ser cabeza de ratón antes que cola de león, aunque sea de San Mamés.
Pero hay otra paradoja aun más chocante, que a mí me deja estupefacto. La protagonizada por aquellos que –sin ser vascos- un día firman un manifiesto separatista y otro muestran orgullo por ser llamados a la selección española. Un día cuasi-batasunos, al día siguiente españoles con la selección. A esos tontos, por dignidad nacional no había que invitarles a jugar con España.
En fin. Lo que les pasa a algunos es que no han dejado de ser adolescentes y reciben sacas desproporcionadas de dinero por dar patadas a un balón. Eso, parece, perturba la mente cuando aún no ha madurado. Vaya, que no se le pueden pedir peras al olmo. Pero si quieren ser «futbolíticos» que se presenten a las elecciones.
SANTIAGO ABASCAL