MIENTRAS, con significativa procacidad, la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, trata de limar con una sierra, o de serrar con una lima, para que le cuadre la sentencia sobre el nuevo Estatuto catalán, el tripartito que gobierna en la Generalitat, o lo que queda de él, no descansa.
M. MARTÍN FERRAND
Martes , 13-04-10
MIENTRAS, con significativa procacidad, la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, trata de limar con una sierra, o de serrar con una lima, para que le cuadre la sentencia sobre el nuevo Estatuto catalán, el tripartito que gobierna en la Generalitat, o lo que queda de él, no descansa. El pasado sábado José Montilla se llegó a Solsonés, una comarca ilerdense de la Cataluña profunda. Allí, en Pinós -no confundir con El Pinós alicantino, donde hacen gloria del arroz con caracoles-, el president se lanzó un mitin de los clásicos, un fervorín a mitad de camino entre el catalanismo y el federalismo, que, de hecho, abrió con precipitada anticipación la campaña electoral para los comicios autonómicos de otoño.
Ayer, los doce disciplinados y devotos diarios catalanes que, en noviembre, publicaron un editorial conjunto -«La dignidad de Cataluña»- para pedirle al TC respeto para el Estatut resultante de un doble pacto político, en el Parlament y en las Cortes, publicaron una pagina completa, publicitaria -de pago, supongo-, en la que, bajo el título «Segueixo creient» y firmada por «President Montilla» se incluía un fragmento -en catalán, por supuesto- de la patriótica arenga del líder del PSC. Una llamada al margen indicaba en los anuncios que el texto completo de tan electoral discurso puede encontrarse en la página web de socialistas.cat y ello, en contradicción con la firma, establece una duda sobre el pago del importe de tan dispendiosa campaña. ¿La satisface el Govern, del que realmente Montilla es presidente? En el supuesto, más presentable, de que sea un gasto con cargo al PSC, ¿por qué firma el president, que lo es de la Generalitat, y no el primer secretari del partido, como le corresponde al personaje?
Resulta alarmante la creciente confusión de la socialdemocracia española entre partido y gobierno e, incluso, entre ambos y el Estado; pero, sea como fuere, en lo que insiste Montilla es en que «soc i vull continuar sent el President de Catalunya». Una legítima ambición que adelanta en demasía el tiempo electoral catalán y en la que el prócer se afirma como «catalán y catalanista» y, al hacerlo, diluye en su territorio el sentido nacional -español, claro está- que el PSOE vende y proclama con gran desparpajo en las Autonomías en las que no se comería un rosco de actuar de ese modo. ¿Unidad en la diversidad?