Las gradas, que registraron un lleno histórico, se poblaron de «ikurriñas» y «senyeras»


EFE | Unos aficionados cargan su ira contra los Reyes

EFE | Unos aficionados cargan su ira contra los Reyes

ITZIAR REYERO | BILBAO

El Bizkaia Arena de Baracaldo recibió con pitos, abucheos y gritos de «fuera, fuera» a los Reyes de España, que presidieron ayer la final de la Copa del Rey de Baloncesto por segunda vez en la historia de la competición.

El recinto vizcaíno, que registró récord de asistencia en la historia de la competición –14.814 espectadores–, respondió con una sonora pitada en el momento en que los Reyes accedieron al palco de autoridades. Los abucheos arreciaron cuando por megafonía sonaron los primeros acordes del Himno Nacional, que duró unos escasos segundos. El ruido generalizado acalló los aplausos de aquellos aficionados que sí quisieron mostrar su respeto a Sus Majestades. En las gradas, «ikurriñas» y «senyeras» ganaron por goleada a las banderas nacionales, que lucían, en su mayoría, en la esquina poblada por los aficionados madridistas.

Tan pronto como acabó el himno, la situación volvió a la normalidad y el público se centró en el juego. Desde el primer minuto se vio que las aficiones del Bilbao Basket y del Caja Laboral (mayoría en las gradas) se hermanaron con la azulgrana y formaron un frente común contra los seguidores blancos, esquinados en una tribuna alta.

En el descanso entre el segundo y tercer cuarto se volvió a calentar el ambiente cuando un individuo provocó a la afición del Caja Laboral dedicándoles repetidas «peinetas». El aficionado, que disputaba sobre la cancha la habitual competición de tiros libres entre espectadores, volvió a incendiar el ambiente ante la mirada atónita de los jugadores de ambos equipos y de los organizadores, que reaccionaron mal y tarde. Pasado el mal trago, el balón recobró todo el protagonismo.

En el palco, junto a los Reyes, estuvieron presentes el lendakari Patxi López, el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky; la presidenta del Parlamento Vasco, Arantza Quiroga y el presidente de la ACB, Eduardo Portela, entre otros. Tampoco quisieron perderse el gran clásico Florentino Pérez y Joan Laporta, que dieron sobre la cancha los últimos ánimos a sus chicos y que se saludaron con un abrazo; gesto aplaudido por el público que abarrotaba las gradas.

La presencia de los Monarcas obligó a desplegar un dispositivo de máxima seguridad en los alrededores y dentro del recinto. A primera hora de la tarde, las fuertes medidas de seguridad ya ocasionaron importantes aglomeraciones en las entradas y los aficionados sólo pudieron acceder al pabellón una hora antes de que empezara la gran final.