Son tantos los temas que atender, son tantas las tropelías que denunciar que faltan vidas si uno se lo propone. Y no sería de extrañar que fuera ese el objetivo, ya se sabe que las avalanchas continuas, por horas, de información también son una efectiva manera de generar desinformación, y son capaces de sepultar cualquier falta de vergüenza e imprudencia por parte de nuestros gobernantes.
Un ejemplo puede encontrarse en el tira y afloja, en el juego del gato y el ratón que se traen desde hace semanas entre el PSOE y el PP, que por ahora siguen siendo los principales partidos políticos de España –por ahora y mientras aún se puede hablar de España– con motivo de los indultos a los secesionistas encarcelados y el acuerdo acerca del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Hace unos días la gran oradora Adriana Lastra intervino a raíz de unas declaraciones del vicesecretario general de comunicación del PP, Pablo Montesinos, el cual indicó que el indulto a los secesionistas –nosotros les decimos secesionistas aunque en el PP no suelen usar esa palabra– no favorecería el acuerdo con el PSOE para la reforma del CGPJ. Para Montesinos, como declaró en TVE, sería un escándalo dicho indulto y en el PP quieren que quede claro si va a haber indulto o no. Lastra, portavoz del PSOE en el Congreso, aseguró que tales declaraciones no eran más que otra excusa del PP para no pactar. Y sin contestar a los requerimientos de Montesinos volvió a pasar la pelota al tejado pepero afirmando que espera que los populares no estén pidiendo al PSOE o al Gobierno que incumpla la ley, ya que «Cualquier persona privada de libertad por sentencia judicial tiene derecho a pedir el indulto y lo que está haciendo el Gobierno es tramitarlos», de modo que espera que el PP no esté pidiendo al Gobierno que prevarique. La portavoz socialista se escondía tras un formalismo jurídico para no responder a la pregunta y afirmó que la decisión compete al Ministerio de Justicia, sin embargo que nadie tema porque van a intentar «pacificar un poco el debate». Aunque nosotros nos preguntamos a qué viene ese intento de pacificar o de lo que sea si es todo pura cuestión de seguir la ley y el Gobierno lo único que hace y puede hacer, según las propias declaraciones de la portavoz, es seguir la ley.
Como dijo días atrás también Carmen Calvo, otra gran oradora, el Ejecutivo tomará la decisión acerca de los indultos «cuando toque», ya que se trata de un procedimiento protocolizado y puede demorarse de cuatro a cinco meses. Pero, nos preguntamos de nuevo, si se trata de un procedimiento protocolizado ¿qué decisión hay que tomar cuando toque? Si simplemente se trata de seguir los protocolos y la ley no hay decisión alguna que tomar por parte del Ejecutivo. Es más, el Ejecutivo y sus intereses ahí no pintan nada, el Ejecutivo simplemente tiene que «dejar que la ley siga su curso». A no ser que no interese y todo este acuerdo, todo este tira y afloja, todo este pasarse la pelota de un partido a otro no sea más que un trampantojo configurado entre ambos partidos, un juego de niños con el que ocultar acuerdos y democráticos diálogos para «pacificar» al margen de los protocolos legales que se supone deberían resolver este asunto.
Otro ejemplo que nos puede hacer sospechar que la mentira y la desinformación se han convertido en la norma de la política española está en el escándalo protagonizado por el Ministro del Interior. A raíz de la crisis inmigratoria en Canarias, en la que sólo los malpensados podrían afirmar que Marruecos ha tenido algo que ver, el Ejecutivo que se limita a seguir los protocolos comenzó a trasladar inmigrantes desde las islas africanas y por ahora españolas a la península –tomando, eso sí, todas las medidas sanitarias de seguridad, no puede dudarse–. Pero se produjo una esquizofrénica y ridícula situación: a la misma vez que se estaban produciendo dichos traslados el Ministro del Interior afirmaba que tales traslados no se podían hacer porque son ilegales. Quizá es que el ministro no se explicó bien y quería decir que son ilegales para unos y no para otros, según interese al Ejecutivo o no; o quizá lo sea según acuerdos que los españoles no conocen; o simplemente, quizá lo más probable, se deba a mera improvisación por no saber qué hacer, que también es otra de las normas políticas que los españoles padecemos hace años.
Ante tamaña contradicción, imprudencia e insulto a la inteligencia el PP no desaprovechó la ocasión para criticar al Gobierno, tildando Pablo Montesinos a éste como «el Gobierno de la mentira». Y en consonancia con lo que comentamos la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, afirmó que el Gobierno ha convertido la chapuza y la mentira en principios políticos. Ana Vázquez, portavoz de Interior del PP, se sumó a las críticas pidiendo la dimisión por tantas mentiras.
Todo el asunto no hizo más que agravarse al saberse, fortuitamente o no, gracias al sindicato policial Jupol, de la existencia de mensajes en los que se detallaba uno de los traslados realizados ya el 23 de noviembre, en el que se trasladaron unos 80 inmigrantes a la Península. Al parecer esos mensajes se difundieron entre los agentes que se extrañaban de tales acciones y de tener que enterarse extraoficialmente de las mismas. Y tampoco es de extrañar esa extrañeza al poder escuchar días después a su Ministro del Interior afirmar que los inmigrantes debían quedarse por el momento en Canarias, para frenar el efecto llamada. Por todo esto Antonio González Terol, vicesecretario territorial del PP, aprovechó de nuevo para calificar al ministro Grande Marlasca como el campeón de la mentira de este mes –llamamos también la atención sobre lo ridículo de estas calificaciones–, y se mostraba muy preocupado en Canal Sur porque todos estos movimientos de inmigrantes «no ya por las ciudades de España, sino por la UE» daña la relación de España con los miembros de la UE. Lo importante para González Terol, al parecer, es que circulan por fronteras de la Unión Europea, no ya de España.
Pero si tan grave es todo lo que ha hecho el ministro, y lo es, y tantas son las mentiras, ¿por qué el PP no hace más que pedir una transparencia que sabe que no va a conseguir, quizá porque no se puede, y se contenta con pedir dimisiones que no se van a producir, con el insulto y con la descalificación infantil? Cualquiera podría llegar a pensar que tanta indignación y tanta declaración no es más que otra oportunidad más para sacar pecho, llamar la atención y seguir en el juego del más mentiroso.
Desde DENAES no podemos más que denunciar las mentiras flagrantes que continuamente se producen en el ámbito político de la nación española, con el mayor de los descaros. Y no porque ingenua y puritanamente reneguemos de la mentira política, ya que debemos reconocer que el secreto y la mentira son consustanciales a la política. Que en ocasiones lo más prudente políticamente es la incoherencia y la mentira. Pero eso es muy distinto a convertir la improvisación, la falta de ideas y la mentira en la norma de la política olvidándose de la necesaria prudencia, de la estabilidad, fortaleza y perdurabilidad del Estado. En DENAES siempre debemos estar atentos a las derivas que se produzcan en la política nacional (e internacional si afectan a la nación), y es nuestro deber advertir a los españoles de la posibilidad de que los intereses partidistas estén fagocitando los intereses estatales, el interés común. Los españoles deben hacer todos los esfuerzos posibles por mantenerse bien informados y alertas ya que sólo desde el estudio continuo y el conocimiento de nuestra realidad será posible desbaratar las mentiras e imprudencias que, desde los puestos dirigentes, se puedan manifestar. Sólo en un constante estado de alerta y de escepticismo ante las informaciones que nos llegan en avalancha podemos llegar a sospechar si más que del Gobierno de la mentira hay que hablar de la mentira que nos gobierna, en la que unos y otros pueden estar implicados. Sólo desde el permanente esfuerzo del conocimiento podemos juzgar si las acciones de nuestros gobernantes son más o menos prudentes y, en consecuencia, exigirles, como hacemos desde DENAES, que gobiernen siempre por mor del bien común y dejen a un lado, o reduzcan al mínimo posible, los trampantojos, las mentiras y los juegos al servicio de los intereses partidistas.
Emmanuel Martínez Alcocer