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Lo vaticina Rubalcaba y, suponemos, lo sabe de buena tinta. Nos anuncia que la ETA ha retomado su acción terrorista y que ha vuelto para quedarse un rato. Mientras le convenga. Pero lo cuenta, como viene siendo habitual, en esa peculiar neolengua en donde se nombra vagamente a las cosas, con el fin de que las palabras apenas contengan conceptos: otra vez aparece el calificativo genérico de “violencia” sin referencia a lo específico, a lo que constituye el fin de esa violencia; a saber, que se ejerce contra España, para lograr la secesión del País Vasco mediante la coacción, la intimidación y el asesinato de nuestros compatriotas.

Al hurtarnos una vez más, mediante el trámite de anegar la especie en el género, las ideas políticas que configuran el primer motor inmóvil de los asesinos terroristas, Rubalcaba no hace sino confirmar que esas ideas pueden ser asumidas, en gran parte y mucho mejor, como propias cuando la violencia cesa. Es una posición común a la sostenida por el PNV que, de este modo, puede justificar un pacto con Zapatero y viceversa.

Otra de las virtudes tácticas de esa disolución, de la violencia terrorista y secesionista en violencia genérica, es que obliga al PP a aceptar el ofrecimiento de Zapatero de un “entendimiento sincero y noble” contra ETA, so pena de exclusión de la “unidad de los demócratas”. De modo que mientras se pacta el gobierno de la Nación con un partido que tiene como fin expreso la disolución de ésta, por otro lado se tiene al partido de la oposición en permanente fuera de juego.

Por otro lado, la ETA seguirá tutelando el proceso de secesión, que bien pudiera incluir la cabeza del apresurado forjador del referéndum, Ibarreche, en favor de la del “moderado” Urkullu, que “sólo” pretende “elevar el techo competencial” -hasta que convenga ofrecer una nueva tregua, que pudiera ser, seguramente, definitiva si es que sus fines están a la vuelta de la esquina (es dudoso que, a estas alturas, alguien sea capaz de creer que, una vez consumada la secesión, los etarras la van a emprender con la revolución socialista).

Que Rubalcaba haga este anuncio, del modo en el que lo hace, responde al tacticismo del PSOE de cara a la inminente legislatura. Y entre táctica y táctica socialista (ora ERC e IU, ora PNV o CiU) la estrategia de los separatistas (ora el PSOE, ora el PP y otra vez el PSOE) -por si no se acuerdan: la misma de los terroristas- se acerca con paso firme a sus últimos objetivos.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA