Sin embargo, si la bandera es justamente el símbolo que representa la soberanía de la Nación Española, entonces renunciar a su defensa será tanto como desertar de la defensa de la propia Nación que es atacada por mediación de sus símbolos. Algo que, sin que ello obste su extrema gravedad, no debiera, en todo caso, sorprendernos demasiado de un gobierno que, como es bien sabido, considera a la Nación misma (y por supuesto a su bandera) como algo «discutido y discutible».


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Tal y como hace dos semanas daba a conocer a sus lectores el diario El Mundo la Armada Real Británica habría estado realizando prácticas de tiro contra una bandera española en aguas del Estrecho de Gibraltar. Tras dicho incidente, y después de la pertinente petición de explicaciones al Señor Embajador del Reino Unido en España, Giles Paxman, por parte del Ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, las autoridades diplomáticas de Gran Bretaña procedieron a despachar el asunto alegando que la boya en cuestión, sin perjuicio del su «parecido» con los colores de la enseña nacional, no representaría, «evidentemente», la bandera de España en el contexto de tales ejercicios militares.

Ahora bien, si es verdad que las explicaciones de Paxman son ciertamente muy sorprendentes, todavía lo sería más la reacción de Moratinos, y con él de todo el gobierno de España en su conjunto, dándose por satisfecho con tales palabras de descargo. Y es que , en efecto, si ya resulta intolerable que un socio de España en la OTAN y en la UE se dedique a tirotear la bandera de la Nación en una parte del territorio peninsular –Gibraltar– cuya soberanía España lleva varios siglos reclamando, todavía más llamativa será la respuesta de un ministro de exteriores que parecería considerar la bandera misma como una cantidad despreciable en términos diplomáticos. Sin embargo, si la bandera es justamente el símbolo que representa la soberanía de la Nación Española, entonces renunciar a su defensa será tanto como desertar de la defensa de la propia Nación que es atacada por mediación de sus símbolos. Algo que, sin que ello obste su extrema gravedad, no debiera, en todo caso, sorprendernos demasiado de un gobierno que, como es bien sabido, considera a la Nación misma (y por supuesto a su bandera) como algo «discutido y discutible».

Y es que esta es precisamente la verdadera cuestión política. ¿Es creíble que la Armada Británica hubiese procedido a tirotear la enseña nacional al margen de un proceso de evidente desprestigio de la Nación española en el panorama internacional? Nos parece obvio que no. Pero entonces, desde la fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española damos por evidente que este proceso de deterioro de la imagen de España en el exterior es cosa que desde luego no se puede separar de la acción errática de un gobierno que , para muestra un botón, acaba de ser derrotado de la manera más humillante por una banda de bucaneros somalíes.

Y si esto es así, estimamos que en tales circunstancias quedaría plenamente justificada no ya, como lo ha propuesto el Partido Popular, la reprobación de tres ministros en el Parlamento como si los restantes miembros y «miembras» del equipo ministerial pudiesen mantenerse al margen del desastre, sino , directamente, la dimisión en bloque del gobierno de España y la convocatoria de elecciones generales.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA