Tras el espectáculo que hace meses se vivió en la calle Ferraz, Pedro Sánchez ha vuelto «por una nueva socialdemocracia». Ya ha anunciado su candidatura, se presenta a las primarias para presidir el Partido Socialista Obrero Español, un partido que hay quien diría que ya no se puede identificar con su propio nombre.
En la presentación de su candidatura, Sánchez criticó la actuación de la gestora que actualmente dirige el partido, por facilitar la investidura de Mariano Rajoy. También habló del que quiere que sea su modelo de partido, haciendo hincapié en la necesidad de una mayor participación de la militancia. Creo que hay agua en la piscina, dijo Sánchez ante los gritos de apoyo de los asistentes. Así pues, planteará las primarias como un «plebiscito» —el mal uso, cuando no perversión, de los conceptos es una constante en el candidato socialista— entre dos opciones: «La nuestra, un partido autónomo y de izquierda donde la militancia decide, o la que se abstuvo ante Rajoy y dejó al PSOE en tierra de nadie». En definitiva, «lo que hoy emprendemos es unir al PSOE para después unir a la izquierda y derrotar al PP». También quiere que el PSOE sea un partido feminista, transparente y anticorrupción —al parecer ahora mismo no lo es—. A su vez reprocha a Unidos Podemos que no le diera el apoyo contra Rajoy, y a la gestora, que según él ha hecho perder la credibilidad del partido por ayudar a Rajoy. También se dirigió al PSC, afirmando que siempre serán escuchados.
Pero es que además, el ex líder del PSOE considera que el artículo dos de la Constitución española, que establece la indisoluble unidad de la nación española, no es intocable y apuesta por el «carácter plurinacional» del Estado. Considera que es necesario establecer «alianzas con nuevas formaciones de izquierdas», o sea, con el partido no nacional Unidos Podemos, y «resulta prioritario poner coto a las políticas neoliberales», algo que al parecer identifica con el PP.
Pero aquí hoy quisiéramos centrarnos en esa reforma del artículo dos de la Constitución que el candidato pretende, cosa que muchos de su partido no ven con buenos ojos. No ya porque consideremos inamovible la Constitución, o sus artículos, sino porque si es para hacerlo en función de delirios metafísicos como el del «carácter plurinacional» del Estado —tantas veces aquí denunciado—, mejor sería dejar las cosas como están, que no es poca cosa. Y es que Sánchez considera que «manteniendo que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español» debe «perfeccionarse» el «reconocimiento del carácter plurinacional del Estado» que se apunta en el artículo dos. Pero desde DENAES consideramos que esto es pedir el principio y además sobre la base de una oscura y confusa Idea de España. ¿De qué naciones estamos hablando, y cuántas? ¿Se refiere Pedro Sánchez a naciones biológicas, étnicas o políticas? ¿Y cómo quiere ese «perfeccionamiento» y «reconocimiento»? ¿Quizá dialogando? Para dialogar hay que saber sobre qué se dialoga y para qué. Y sobre todo hay que dialogar con quien se puede. No, por ejemplo, con victimistas y chantajistas ante los que sólo se puede ceder o combatir.
Más bien nos inclinamos a pensar que «apostar por lo plurinacional no es de izquierdas. Es hacer el caldo gordo a los nacionalistas», como bien afirmó el miércoles el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Y es que «El PSOE no es nacionalista ni plurinacionalista y España es una nación, solo una», continuó diciendo. Con razón.
En definitiva, desde DENAES debemos estar atentos a estas escabrosas propuestas del candidato a presidir el PSOE, puesto que puede llegar a presidirlo influyendo así de forma significativa en la política nacional y, como se ve, generando a su vez división en su propio partido. División que, como también se ha dicho aquí varias veces, no hace ningún bien ni al partido ni a la nación en su conjunto.
Fundación para la Defensa de la Nación Española.