No sabemos de los efectos que hasta ahora la falta o exceso, o vaya usted a saber, de «educación sexual» hayan podido tener en el comportamiento de los menores de edad españoles. De lo que podemos estar seguros es de que las palabras del Presidente, las conversaciones sobre las mismas, los debates televisivos que están generando, son escuchados por quienes se encuentran en un margen de edad, digamos, comprendido en la educación secundaria.
En política, uno de los elementos definitorios de la demagogia consiste en tratar al auditorio como a un niño malcriado al que sólo hay que decirle lo que quiere escuchar. Clásicamente se ha considerado como la forma más degenerada dentro de los regímenes políticos degenerados, y ello en virtud, entre otras cosas, del ámbito afectado por semejante enfermedad de la república, que es la mayor parte del cuerpo social.
Con el PSOE y Zapatero, no obstante, se ha podido incluso «mejorar» la eficacia de esta forma de la política degenerada, pues se ha conseguido ampliar si cabe aún más el ámbito del cuerpo social al que afecta.
Si desde hace años en la democracia española ya se hablaba de la demagogia con la «tercera edad», pongamos por caso, en las campañas electorales donde se mencionaba el peligrar de las pensiones caso de que gobernase el opositor; o más últimamente, si ha sido una degradante concesión para las mujeres la política de la «cuota» o se ha significado el «colectivo homosexual» como una entidad con derechos propios frente al resto de la ciudadanía, con lo que no contábamos es con que entre los miembros del auditorio ante los que el demagogo podía hacer campaña se encontraban los niños. Sí, los niños y adolescentes, o más justamente, los menores de edad.
O si no, ¿cómo podría entenderse que la ministra de Igualdad presente un anteproyecto de «Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo» en el que menores de edad pueden abortar sin el consentimiento paterno?¿A qué vienen las palabras de ayer de Zapatero según las cuales la educación de los padres se consideran indeseables «interferencias» en la «decisión de la mujer»?
No sabemos de los efectos que hasta ahora la falta o exceso, o vaya usted a saber, de «educación sexual» hayan podido tener en el comportamiento de los menores de edad españoles. De lo que podemos estar seguros es de que las palabras del Presidente, las conversaciones sobre las mismas, los debates televisivos que están generando, son escuchados por quienes se encuentran en un margen de edad, digamos, comprendido en la educación secundaria. Y de que estas palabras de Zapatero van a hacer más difícil a padres y profesores si cabe que la insolencia natural del adolescente no se vea justificada por esta nueva clase política. Nueva por conseguir que, como decíamos, la demagogia ya no consista tanto en tratar a los adultos como a niños malcriados, cuanto en conseguir que los niños malcriados garanticen su permanencia en el poder.
Zapatero, que siempre denotó cierto complejo de Jesucristo, ya puede decir sin pudor: «Dejad que los niños se acerquen a mi».
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA