
No deja de llamar la atención que Z siga hablando de la negociación llevada a cabo por su gobierno con la banda terrorista etarra como de “proceso de paz”. Así lo llamó desde el principio, y así continúa llamándolo aún a pesar de admitir su fracaso.
Ahora bien, en la perspectiva del comienzo del “proceso”, la “paz” que se supone se buscaba con las negociaciones entabladas con la banda terrorista quedó sin definir por parte del gobierno. Por otro lado, situados en el final del proceso (por lo menos así se admite desde el gobierno; es más, es Eta el que lo rompió, según decía Z en su momento), se ve que no se ha llegado a ninguna “paz”, que, por otro lado, ni siquiera se había definido con claridad previamente. En fin, hemos llegado pues al final de algo que, desde el principio, no se sabía muy bien lo que era…
Al principio, se supone que había que pensar (y comulgar con esta rueda de molino) que el gobierno iniciaba un proceso de “diálogo y negociación” con la banda terrorista etarra según el cual la banda (que lleva cincuenta años tratando de acabar con España atentando contra la vida de los españoles que la representan), sin ningún tipo de contrapartida, diría, así sin más, adiós a las armas se supone que inducidos por la bondad de corazón mostrada por un compasivo e indulgente Zapatero. Esta fue la expectativa del llamado “proceso de paz” según lo definió el gobierno en el Congreso (mal llamado así, primero porque la paz es el fin de la guerra, y aquí, según la perspectiva del propio gobierno, no hay una guerra; segundo porque si lo que se procuraba, y se procura, es el “fin de Eta” sin ningún tipo de “contrapartida política”, entonces tendría que llamarse proceso de disolución de la banda terrorista etarra, sin más). Esto es lo que, según Z, se les ofreció a los etarras por “abandonar la violencia”: compasión e indulgencia. Así, nos pretendía hacer creer ZP, los etarras estaban dispuestos a dejar de luchar con las armas por “liberar Euskal Herria del yugo español” a cambio del perdón de Z (¡menudo intercambio!).
Pues bien, tras el previsible fracaso de semejante perspectiva, ahora ZP nos cuenta que él tenía el “derecho”; es más, incluso “el deber”, de iniciar ese “proceso”, un proceso que aun retrospectivamente, y tras su fracaso (a menos que aún no se dé por finalizado), se le sigue llamando con toda desvergüenza por parte de Z como “proceso de paz”. Es más, aclaran Z y sus voceros, esta “ocasión” fue una “ocasión de paz” perdida por culpa de la negativa del PP a aceptarlo (y ya no tanto porque los etarras lo hayan roto, según también se manifestó por parte de Z).
En definitiva, si desde el principio del “proceso” la “paz” buscada no era paz (porque no hay guerra) sino fin de la violencia asesina etarra; si ahora, en el final, tampoco está la paz, sino lo mismo que había al principio cuando no algo peor (rearme etarra): ¿cómo se puede definir este “proceso”?
Seguir llamándole de “paz” o del “final del terrorismo” a este proceso es como si, por utilizar el símil futbolístico, las “ocasiones de gol” (concepto por otra parte absurdo) subiesen al marcador… Sobre todo cuando ni siquiera hubo ocasión…
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA