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Ya son muchas, demasiadas, las noticias que últimamente relacionan el sagrado mundo infantil con las viejas, rastreras y cada vez más consentidas maniobras de los nacionalismos rampantes en esta maltratada piel de toro. Si el pasado martes nos indignábamos al ver a Julia Otero haciendo cantar Els Segadors, con la mano en el corazón, a varios niños en su programa No em ratllis! de la televisión catalana TV3, hoy mismo nos enteramos de que el colegio público Mestre Guillemet, en Santa Eugènia (a unos 25 kms. de Palma de Mallorca), obliga a sus alumnos de primaria a utilizar el catalán… incluso en el recreo. Y en octubre del año pasado, en el mismo programa de la Otero y en medio de un alegato en defensa de Educación para la Ciudadanía, el showman Javier Sardá gritaba por dos veces a los niños presentes en el plató: «¡No votéis a Acebes!». Eso por no hablar de las continuas injerencias de algunos gobiernos autonómicos en el exclusivo ámbito familiar, especialmente a la hora de imponer a los niños lenguas de laboratorio y lavados de cabeza camuflados bajo el bonito nombre de «educación para la ciudadanía»…

Pero más aberrantes que los propios hechos son, si cabe, las justificaciones de los responsables de tamaña iniquidad contra esta tabula rasa (atractivo campo, por tanto, para formar futuros autómatas bien adoctrinados) que son los niños. En el primer caso, responde la Otero a los medios que “tal cosa no es tradición catalana, sólo puede ser una imitación de las películas norteamericanas que tanto les gustan. Dejemos que los niños crezcan en paz…”.

Vemos así que la ínclita presentadora no tiene reparos en justificarse con esa misma tendencia diluyente, tan logsiana y de tan nefastos resultados -hasta ahora- sobre una o dos generaciones de nuevos españoles: cualquier cosa debe tolerarse en nombre de esa sacrosanta, intocable, progre, zapateril y aliciana “Paz” mal entendida y perversamente asimilada al mundo infantil que consiste en una especie de paraíso de ingenuidad tergiversado por cualquier manipulador de turno, en este caso el propio Gobierno al servicio de la mentira y el tinglado separatista. Estamos, pues, frente al mismo complejo o “síndrome de Peter Pan”, tan arraigado en el secesionismo hispano que ya era denunciado por Miguel de Unamuno en 1908, tal como expusimos desde la Fundación DENAES en el editorial del pasado jueves. No está mal repetir aquí las palabras del gran pensador vizcaíno:

“Infantilismo, puerilidad es lo que caracteriza al movimiento llamado nacionalista. (…) Este movimiento, en efecto, que en rigor no es político, se vacía de puerilidades de liturgia, en batzokis, en aurreskus, en misas cantadas, en catecismos, en banderas y en jugar a la diputación del partido y a las excursiones: infantilismo puro. Es infantilismo que delata o lleva consigo una depresión mental”.

Pues bien, resulta curioso observar cómo el director del mencionado colegio balear justifica desde presupuestos idénticos a los de la presentadora el obligar a niños de primaria a utilizar el catalán en el recreo. Escuchémosle reaccionar a la pregunta de un entrevistador de El Mundo:

«P.– ¿Los niños obedecen cuando el director les dice que hablen sólo en catalán?

R.– Y cuando se lo dice el maestro también. Es normal, te hacen caso porque son pequeños. Estamos hablando de una escuela de Primaria».

Es decir, D. Miquel Coll -que así se llama tan ilustre pedagogo aliciano- basa toda su pacífica y “libre” imposición en la edad de sus pobres cobayas: es normal, según él, porque son niños y en su paradisíaco y pacífico mundo todo debe estar permitido. Poco trecho hay, desde luego, entre esta justificación y aquella otra soberana sentencia de la Otero: “Dejemos que los niños crezcan en paz…”

Ante semejante panorama, que no refleja sino el extremo de impunidad de la que están llegado a gozar los separatismos hispanos a la hora de aplicar sus métodos, la Fundación DENAES no puede menos que recordar las palabras de Unamuno -más trágicas y actuales hoy, si cabe, que hace un siglo- y exigir de la Administración competente (consejerías, Ministerio de Educación, etc.) que ponga freno de una vez a una de las mayores iniquidades que pueden darse en cualquier Nación libre: la infantilización de una sociedad inerme ante el engaño y la mentira, causa y consecuencia al mismo tiempo de la manipulación descarada y consentida de sus más tiernas generaciones.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA