La parte, esencial, de los ciudadanos españoles que han «elegido» al candidato del Partido Socialista en las legislativas se ha convertido con ello, por su negligencia, en una ciudadanía responsable causalmente -por no decir culpable- de la estrategia desplegada por ZP en los cuatro años de gobierno socialista.


Urna.jpgTras la irrupción en campaña de la banda terrorista ETA con el golpe de efecto que ha supuesto el asesinato -sin duda que muy bien calculado- del ex concejal socialista Isaías Carrasco, la mayoría de los electores españoles han ocasionado una nueva victoria del Partido Socialista en las elecciones legislativas del 9 de Marzo. Tal victoria podrá sin duda interpretarse (por ejemplo, desde el entorno del gobierno de Z) como la más terminante e inapelable ratificación democrática -por medio del «veredicto de las urnas»- de la estrategia seguida durante la pasada legislatura por el presidente Zapatero y la correspondiente «condena» por parte de la mayoría de los españoles de la «crispación» introducida en la escena política por el Partido Popular, una vez que se ha constatado efectivamente que «España no se había roto», tal y como lo pudo señalar, con la destreza propia de un trilero que ocultara la posición de la ficha a la vista de una clientela indocta, el propio ZP en el último debate televisivo.

Sin embargo, y cuando tratamos de mantenernos enteramente al margen de las buenas dosis de fundamentalismo democrático que tienden a alimentar los análisis al uso (por ejemplo periodísticos), fundándonos para ello en la evidente circunstancia de que la substancia de la Nación española no se agota sin duda alguna en la forma democrático parlamentaria de la que la propia ciudadanía «se dotó», al parecer, el año 1978, resulta bien diáfano, al menos desde la perspectiva de la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española, que la parte, esencial, de los ciudadanos españoles que han «elegido» al candidato del Partido Socialista en las legislativas se ha convertido con ello, por su negligencia, en una ciudadanía responsable causalmente -por no decir culpable- de la estrategia desplegada por ZP en los cuatro años de gobierno socialista: por ejemplo, de su estrategia «de Paz» en el pasado «proceso»… o en los que vengan en los próximos años, pero también de su estrategia concerniente al «Estatut», a la España «plural» o a la contemporización cómplice con las amenazas formales y públicas que penden sobre la soberanía nacional.

Pues bien: cuando estas amenazas de destrucción secesionista de la soberanía, cuya rotundidad no podía ciertamente ser mucho mayor, resultan soslayadas como si efectivamente careciesen de importancia, por la indolencia propia de los portadores de la misma soberanía amenazada que prefieren, al parecer, tener «motivos para creer», los propios españoles comienzan a comparecer a título de responsables -al menos, insistimos, en sentido causal- del peligro que se cierne sobre la Nación española.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA