Desde la Fundación DENAES hemos de advertir a nuestros lectores de la proximidad de semejante reacción por parte del Alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, con respecto a las palabras de Arzallus.
Desde la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española teníamos ocasión de denunciar en uno de nuestros últimos editoriales las recientes declaraciones de Javier Arzallus según las cuales Arnaldo Otegui, Rafael Díez y otros integrantes del brazo político de la banda terrorista anti-española ETA serían, en realidad, «buenos patriotas, dignos de todo respeto».
Tales palabras, sin perjuicio de resultar sin duda directamente repugnantes como es propio del personaje de cuya boca habrían refluido, no podrán a nuestro juicio ser tildadas de sorprendentes en modo alguno. En efecto, Arzallus habría operado en este contexto como cuadra a un dirigente del Partido Nacionalista Vasco, formación política secesionista que en resumidas cuentas, y no obstante su carácter «pacífico», lleva más de cuarenta años «recogiendo las nueces» soberanistas del «árbol» agitado por los asesinos etarras.
El árbol es sin duda la Nación Española, amenazada por igual por pistoleros y ex clérigos (y de ahí desde luego, las verdaderas razones políticas de la repugnancia política que las palabras de Arzallus nos producen), pero lo que no conviene olvidar es que tal amenaza a su soberanía, así como las fórmulas asquerosas con las que Arzallus acierta a apalabrarla no aparecen como algo demasiado sorprendente desde la perspectiva extravagante en las que los secesionistas se estarían moviendo puesto que desde tales premisas, repetimos que enteramente extravagantes por fundamentarse en una nación vasca que no existe en ninguna parte, Otegui podrá ser visto en efecto en su condición de «patriota».
Ahora bien, si tales declaraciones, sin perjuicio –insistimos– de su carácter directamente filo-etarra, son lo menos que cabe esperar del líder de una facción separatista, no menos intolerables para España, y en todo caso mucho más insidiosas resultan las realizadas recientemente por Odón Elorza, alcalde de San Sebastián y destacado dirigente del PSOE. Como es bien conocido a Elorza, al parecer, los arrestos de los gerifaltes batasunos no le habrían hecho «ninguna gracia», añadiendo por lo demás, el representante de todos los donostiarras, que tales detenciones «no serían buenas para avanzar en la consecución de la paz».
Pues muy bien, sin pretender entrar a calificar en esta ocasión el peculiar sentido del humor del regidor vasco (al que, como se ve, no le hace «gracia» que los colaboradores de la ETA ingresen en prisión) , desde la Fundación DENAES hemos de advertir a nuestros lectores de la proximidad de semejante reacción por parte de Elorza con respecto a las palabras de Arzallus. Otegui, Díez y otros destacados representantes de la llamada izquierda aberchale, no serán, es cierto, considerados ahora a título de «patriotas» pero sí como figuras comprometidas con la «paz». Y ello, hemos de señalar, sin que se sepa muy bien si Odón Elorza se estaría refiriendo a la «paz» etarra sobre una Euskal Herria independiente o a la «paz española» resultante de la derrota del secesionismo , sea este violento, sea pacífico.
De otro modo: aunque el hecho de que un antiguo dirigente peneuvista perciba a los etarras como patriotas es suficientemente indiciario de las razones que deberían llevarnos a dejar de considerar a dicha formación como un partido más, mucho más grave y más significativo es que otros políticos españoles continúen viendo «un hombre de paz» cuando miran a Arnaldo Otegui.
FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA