MEXCAT nace en agosto el 2008 trabajando principalmente en México la promoción de la cultura catalana


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«MEXCAT nace en agosto el 2008 trabajando principalmente en México la promoción de la cultura catalana. Posteriormente en septiembre del 2010 comienza a hacer actividades regulares en Cataluña promocionando la cultura y buscando un punto de encuentro entre ambas culturas.

MEXCAT es una asociación sin ánimo de lucro, apolítica y aconfesional, cuya principal filosofía trata de resaltar lo mejor de México y Cataluña trabajando en ambos continentes. Haciendo una difusión de ambas culturas a través de un amplio abanico de actividades.»

Quien de este redundante modo –el término cultura es omnipresente- se presenta MexCat, plataforma que congrega a un conjunto de hombres hispanos que, ingenua o interesadamente, tratan de: «compartir un ideario, trabajar en las relaciones históricas, culturales y sociales entre México y Catalunya (sic)» y «formar parte de una gran familia de mexicanos, catalanes y de otras nacionalidades que desean trabajar para enriquecer estas dos culturas.»

Con tan aparentemente inocentes intenciones cristalizó, poco tiempo después de que lo hiciera DENAES, la Asociación Cultural Mexicano Catalana, hoy presidida por César Cárdenas, quien, tras ver sus primeras luces en la Guadalajara mexicana hace casi medio siglo, funge como Inspector de Barcelona de Medio Ambiente en el célebre Ayuntamiento de Barcelona presidido por la inefable Ada Colau, siempre dispuesta a obstruir, o directamente impedir, toda manifestación pública de patriotismo español.

Flanqueando a Cárdenas se sitúa el elemento local, encarnado en la persona del egarense Albert Torras, periodista –con lo que de propagandista, salvo honrosas excepciones, tiene tal condición en la tierra referida-, que ha puesto su pluma al servicio de obras como Gais y lesbianas de la historia de Cataluña, y otros trabajos de pretendida aspiración historiográfica. La junta directiva se articula del moderno estilo cremallera, que en este caso alterna individuos catalanes y mexicanos.

La iniciativa de MexCat, no es, sin embargo, nueva, pues es evidente que forma parte de una estrategia de mayor escala que la marcada por la esfera cultural. La existencia de instituciones que tratan de establecer relaciones bilaterales entre Cataluña y naciones extranjeras no es nueva. Basta recordar la Casa de América en Barcelona para advertir el ya lejano anhelo de ciertos sectores catalanes de establecer acuerdos concretos que pasen por alto la existencia de una España que es percibida y presentada por las sectas catalanistas como una cárcel de pueblos entre los que figuraría la propia Cataluña. Si MexCat se desenvuelve en el terreno de la cultura, huelga recordar esas otras instituciones, las sedicentes embajadas catalanas, en las cuales toda deslealtad a la acción diplomática española tiene su asiento, sin que las autoridades nacionales hayan sido capaces de frenar una expansión que aúna la ansiada visibilidad exterior, la internacionalización de la causa catalanista, y el mantenimiento de una potente red clientelar que da cobijo a todos los que operan dentro del catalanismo.

El caso de MexCat, sin ser novedoso, pone de relieve varios problemas. Por un lado, da cuenta del síndrome de Estocolmo que padecen muchos mexicanos, quienes, tras desembarcar en una región española en la que se persigue, con modos autoritarios pero sutiles, la lengua española, acaban digiriendo y sumándose a semejante estrategia, la misma que, de prosperar miméticamente en su país –imaginemos un México dividido en lenguas prehispánicas- daría al traste con los Estados Unidos Mexicanos. Por otro lado, la bilateralidad buscada entre Cataluña y México, entre Cataluña y la transformación de lo que constituyó el virreinato de Nueva España, abunda en la idea negrolegendaria de un pasado oscuro que sojuzgó a diversos pueblos entre los que se contarían los que en MexCat están, pretendidamente, representados.

En la Fundación DENAES somos firmes partidarios no sólo del fortalecimiento de nuestra nación, sino también, del mantenimiento de los lazos históricos que nos unen a Hispanoamérica. Por tales razones nos desmarcamos de estas estrategias disolventes, por la vía cultural que omite a España, que tienen por epicentro precisamente la tierra en la que con mayor saña trata de extirparse nuestra lengua común, mutilación que prepara el terreno al gran robo que se esconde tras el melifluo «derecho a decidir».

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española